Está probado: la primera edición goza de todos los beneficios del entusiasmo. Las subsiguientes van siempre mellando el espíritu, y el cansancio puede ganar la batalla.
Si, como sucede naturalmente, el volumen de información decae, conviene desdoblar los equipos: mantener una masa crítica de personal trabajando sobre cada día y estructurar un equipo para el relevo o para preparar la edición dominical, que requerirá un amplio desarrollo de texto e imágenes como balance, en caso de que el desenlace se hubiese producido, o una síntesis de lo que ocurrió hasta ese momento.
Romper el vidrio
El comienzo de un libro que nunca fue.
Thursday, April 20, 2006
CREEME
Quedó ratificado en las últimas grandes crisis (7-J, de Londres, por ejemplo) que son cada vez los grupos sociales que se inclinan a buscar información en medios alternativos e independientes de las grandes cadenas.
El discurso periodístico, en particular en momentos de crisis, ya no se construye desde los medios tradicionales. La intermediación entre la fuente y el lector, tarea esencial del periodista, ha desaparecido: hoy, cualquier persona puede, a través de Internet, ingresar en forma directa a las fuentes y construir noticias para compartirlas con otros.
El fenómeno de los blogs debe constituir un severo llamado de atención a los medios tradicionales. ¿Por qué la sociedad decide auto-informarse? Debe suponerse que la respuesta está, ante todo, en la pérdida de credibilidad del periodismo formal.
Advertidos de esta situación, los medios han comenzado a incorporar blogs a sus páginas. Esta inserción en la blogósfera intenta, no hay dudas, bloquear la fuga de lectores hacia las bitácoras personales. Aun así, no aparecen razones para pensar que la desconfianza hacia los medios tradicionales vaya a licuarse porque estos se introduzcan en el nuevo mundo.
El relato de los hechos en forma directa a través de un blog concede frescura en la inmediatez de las noticias, pero no resuelve el interrogante de fondo: ¿por qué habrá de creerse en un cuaderno de apuntes que actúa bajo el paraguas de un medio tradicional?
El papel orientador del periodista continúa vigente. Miles de blogs pueden brindar miles de informaciones, pero el acceso a fuentes y la construcción del relato son capacidades técnicas de las que no disponen todos los bloggers.
Además, el periodista debe comprender que no se trata de un cambio de formato visual respecto de las columnas habituales, sino de un modo distinto de comunicar. Se trata de convertirse en lo que los expertos llaman “reportero ciudadano”: no es un observador de una realidad ajena, sino forma esa realidad.
La desventaja del reportero frente al ‘citizen reporter’ (reportero ciudadano) es palpable: mientras el primero persigue la noticia, el otro es parte integral de ella, está situado dentro del acontecimiento y desde esa posición privilegiada hace piezas periodísticas que en unos cuantos segundos puede enviar al productor de un noticiario de televisión, plantea el escritor Jordi Soler[1].
Visto desde un punto de vista similar, los bloggers han cambiado el tono y la perspectiva de las noticias. La información ya no es una lección magistral que el medio ofrece desde el púlpito del cuarto poder, sino que se parece a una conversación de café, al intercambio de pareceres entre iguales. (...) Los blogs se han convertido en el quinto poder, en el radar de la prensa de referencia, en el banco de pruebas donde los hechos se someten a todo tipo de escrutinios, sostiene Xavier Mas de Xaxàs[2].
Con todo, un detalle no puede escapar: si los medios tradicionales sufren una merma en su credibilidad, ¿quién es el garante de que la información volcada en los blogs es real y no está sujeta a manipulaciones de terceros ocultos detrás de los siempre simpáticos nombres con que se bautizan a las bitácoras?
Más allá de esta razonable duda, la convivencia es posible y hasta salvadora para ambos en tanto se imprima una sinergia que posibilite a los ciudadanos de a pie compartir la generación de información. En otras palabras, un diario con cientos de corresponsales en los lugares donde ocurren las noticias.
Un modelo imitable en situaciones de crisis se pudo encontrar en la web de The Times-Picayune, el más importante diario de Nueva Orleans, la ciudad que más sufrió la devastación de Katrina.
En www.nola.com, la estructura quedó divida en partes claramente diferenciadas:
· Las noticias, actualizadas en forma permanente, con la posibilidad descagar en formato PDF las páginas del diario del día.
· Un help center o centro de ayuda, con enlaces a foros en los que, por ejemplo, se ayudaba a la búsqueda de personas extraviadas.
· Foros en los se encontraban las experiencias de otros sectores de la región, también afectados.
· Blogs, de los periodistas del diario, que actuaban como mediadores en la información que llegaba desde distintos puntos.
[1] SOLER, Jordi. La información instantánea. El País, de Madrid. 24 de agosto de 2005
[2] MAS DE XAXÁS, Xavier. Citado por SOLER, Jordi. La información instantánea. El País, de Madrid. 24 de agosto de 2005.
El discurso periodístico, en particular en momentos de crisis, ya no se construye desde los medios tradicionales. La intermediación entre la fuente y el lector, tarea esencial del periodista, ha desaparecido: hoy, cualquier persona puede, a través de Internet, ingresar en forma directa a las fuentes y construir noticias para compartirlas con otros.
El fenómeno de los blogs debe constituir un severo llamado de atención a los medios tradicionales. ¿Por qué la sociedad decide auto-informarse? Debe suponerse que la respuesta está, ante todo, en la pérdida de credibilidad del periodismo formal.
Advertidos de esta situación, los medios han comenzado a incorporar blogs a sus páginas. Esta inserción en la blogósfera intenta, no hay dudas, bloquear la fuga de lectores hacia las bitácoras personales. Aun así, no aparecen razones para pensar que la desconfianza hacia los medios tradicionales vaya a licuarse porque estos se introduzcan en el nuevo mundo.
El relato de los hechos en forma directa a través de un blog concede frescura en la inmediatez de las noticias, pero no resuelve el interrogante de fondo: ¿por qué habrá de creerse en un cuaderno de apuntes que actúa bajo el paraguas de un medio tradicional?
El papel orientador del periodista continúa vigente. Miles de blogs pueden brindar miles de informaciones, pero el acceso a fuentes y la construcción del relato son capacidades técnicas de las que no disponen todos los bloggers.
Además, el periodista debe comprender que no se trata de un cambio de formato visual respecto de las columnas habituales, sino de un modo distinto de comunicar. Se trata de convertirse en lo que los expertos llaman “reportero ciudadano”: no es un observador de una realidad ajena, sino forma esa realidad.
La desventaja del reportero frente al ‘citizen reporter’ (reportero ciudadano) es palpable: mientras el primero persigue la noticia, el otro es parte integral de ella, está situado dentro del acontecimiento y desde esa posición privilegiada hace piezas periodísticas que en unos cuantos segundos puede enviar al productor de un noticiario de televisión, plantea el escritor Jordi Soler[1].
Visto desde un punto de vista similar, los bloggers han cambiado el tono y la perspectiva de las noticias. La información ya no es una lección magistral que el medio ofrece desde el púlpito del cuarto poder, sino que se parece a una conversación de café, al intercambio de pareceres entre iguales. (...) Los blogs se han convertido en el quinto poder, en el radar de la prensa de referencia, en el banco de pruebas donde los hechos se someten a todo tipo de escrutinios, sostiene Xavier Mas de Xaxàs[2].
Con todo, un detalle no puede escapar: si los medios tradicionales sufren una merma en su credibilidad, ¿quién es el garante de que la información volcada en los blogs es real y no está sujeta a manipulaciones de terceros ocultos detrás de los siempre simpáticos nombres con que se bautizan a las bitácoras?
Más allá de esta razonable duda, la convivencia es posible y hasta salvadora para ambos en tanto se imprima una sinergia que posibilite a los ciudadanos de a pie compartir la generación de información. En otras palabras, un diario con cientos de corresponsales en los lugares donde ocurren las noticias.
Un modelo imitable en situaciones de crisis se pudo encontrar en la web de The Times-Picayune, el más importante diario de Nueva Orleans, la ciudad que más sufrió la devastación de Katrina.
En www.nola.com, la estructura quedó divida en partes claramente diferenciadas:
· Las noticias, actualizadas en forma permanente, con la posibilidad descagar en formato PDF las páginas del diario del día.
· Un help center o centro de ayuda, con enlaces a foros en los que, por ejemplo, se ayudaba a la búsqueda de personas extraviadas.
· Foros en los se encontraban las experiencias de otros sectores de la región, también afectados.
· Blogs, de los periodistas del diario, que actuaban como mediadores en la información que llegaba desde distintos puntos.
[1] SOLER, Jordi. La información instantánea. El País, de Madrid. 24 de agosto de 2005
[2] MAS DE XAXÁS, Xavier. Citado por SOLER, Jordi. La información instantánea. El País, de Madrid. 24 de agosto de 2005.
CONVERGENCIA DE REDACCIONES
Si bien tienden a otorgarle importancia institucional a la presencia en la web, los medios medianos y grandes no han conformado allí redacciones que superen a las que cuentan para sus productos en papel. Es comprensible: Internet no es una usina de ganancias, al menos por ahora, y el cobro de contenidos, como modo de solventar la presencia en la red, no ha dado resultados. En definitiva, los sitios en Internet terminan siendo subvencionados por el papel. Por eso, en los últimos años se está discutiendo sobre la necesidad de hacer converger ambas redacciones, aunque no sea otra cosa que la absorción de parte de la redacción menor por parte de la mayor.
Sin embargo, aparece un problema de carácter cultural: la metodología de trabajo de los periodistas en papel no resulta fácil de adaptar para que sus noticias se vuelquen en la red. Probablemente por falta de formación, no se comprende cuán importante es que su nombre esté en la web como modo de traccionar lectores hacia el papel.
Es habitual que muchos esfuerzos se pierdan por la división tajante y la falta de contacto entre ambas redacciones: dos redactores escribiendo la misma historia. Aquí es donde adquiere valor la integración del editor web a la mesa de arena, en particular en situaciones de crisis, cuando todo se convierte en un caos.
De ese modo, se podrán aprovechar los materiales de ambas redacciones en un cruce que tenderá a potenciar a los dos medios. Internet podrá contar con anticipos informativos tanto en texto como en audio y hasta, inclusive, video (recordemos que su estructura en general le impide construir noticias desde la calle) y análisis inmediatos de parte de los columnistas del diario.
El papel, a su vez, ganará en presencia inmediata en la web, de modo de “vender” por adelantado los contenidos del día siguiente. Y, como en toda cobertura, los recursos humanos son escasos, habrá más mano de obra disponible, por el aporte de los redactores web.
Adicionalmente, la apertura de foros o espacios para la opinión de los lectores podrá ser utilizada para nutrir una cobertura con una percepción bastante clara de lo que opina el público medio del diario, sus expectativas, inquietudes e intereses, que deberán quedar plasmados en la edición “del día después”.
En otras palabras: es probable que en la inmediatez de la noticia en Internet no podamos darle todas las respuestas, pero la ventaja de tiempo que ofrece el papel nos posibilitará un acercamiento certero a esas necesidades informativas.
La adaptación no resulta sencilla, pero la formación temprana brinda la posibilidad de convertir al redactor en lo que David Randall llama “el periodista universal”: Sean cuales fueren nuestras predicciones sobre el futuro, el de los buenos periodistas será más brillante que el de muchas personas que auguran nuestra desaparición. La información se podrá transmitir sobre papel, a través de ondas, mediante cables de fibra óptica, vía satélite o por telepatía, pero, en todo caso, alguien tendrá que filtrarla, investigarla, comprobarla, cuestionarla, escribirla y presentar unos resultados tan dignos de confianza como sea posible. ¿Quién se encargará de estas tareas? El periodista universal…
Con quienes ya tienen muchos años en el ejercicio del periodismo tradicional, es necesario tender puentes para que comprendan el fenómeno web y toda su potencialidad. Ellos pueden, a cambio, ofrecer una historia de rigor informativo y adecuado manejo de fuentes a sus colegas on line, en general gente mucho más joven.
Para estos últimos, lo importante, según Rubén Darío Buitrón[1], se resume en tres puntos:
Primero, armar un equipo de calidad y mística, comprometido con la misión de informar y dispuesto a correr el riesgo y hacer el enorme esfuerzo de abrir nuevos caminos.
Segundo, construir una base de credibilidad y verosimilitud, lo que a la larga le dará prestigio y lectores fieles.
Tercero, ser eficaces en el manejo informativo, logrando una sinergia entre la velocidad para poner la información en el sitio web y la precisión, la exactitud y el rigor periodísticos.
Este trabajo integrador resultará en calidad cuando se trate de coberturas de alto impacto.
[1] BUITON, RUBÉN DARIO. Seis reflexiones sobre periodismo impreso y periodismo digital. Ponencia presentada en el Seminario Internacional sobre Periodismo Digital, organizado por Ciespal en Quito, del 24 al 28 de noviembre del 2003.
Sin embargo, aparece un problema de carácter cultural: la metodología de trabajo de los periodistas en papel no resulta fácil de adaptar para que sus noticias se vuelquen en la red. Probablemente por falta de formación, no se comprende cuán importante es que su nombre esté en la web como modo de traccionar lectores hacia el papel.
Es habitual que muchos esfuerzos se pierdan por la división tajante y la falta de contacto entre ambas redacciones: dos redactores escribiendo la misma historia. Aquí es donde adquiere valor la integración del editor web a la mesa de arena, en particular en situaciones de crisis, cuando todo se convierte en un caos.
De ese modo, se podrán aprovechar los materiales de ambas redacciones en un cruce que tenderá a potenciar a los dos medios. Internet podrá contar con anticipos informativos tanto en texto como en audio y hasta, inclusive, video (recordemos que su estructura en general le impide construir noticias desde la calle) y análisis inmediatos de parte de los columnistas del diario.
El papel, a su vez, ganará en presencia inmediata en la web, de modo de “vender” por adelantado los contenidos del día siguiente. Y, como en toda cobertura, los recursos humanos son escasos, habrá más mano de obra disponible, por el aporte de los redactores web.
Adicionalmente, la apertura de foros o espacios para la opinión de los lectores podrá ser utilizada para nutrir una cobertura con una percepción bastante clara de lo que opina el público medio del diario, sus expectativas, inquietudes e intereses, que deberán quedar plasmados en la edición “del día después”.
En otras palabras: es probable que en la inmediatez de la noticia en Internet no podamos darle todas las respuestas, pero la ventaja de tiempo que ofrece el papel nos posibilitará un acercamiento certero a esas necesidades informativas.
La adaptación no resulta sencilla, pero la formación temprana brinda la posibilidad de convertir al redactor en lo que David Randall llama “el periodista universal”: Sean cuales fueren nuestras predicciones sobre el futuro, el de los buenos periodistas será más brillante que el de muchas personas que auguran nuestra desaparición. La información se podrá transmitir sobre papel, a través de ondas, mediante cables de fibra óptica, vía satélite o por telepatía, pero, en todo caso, alguien tendrá que filtrarla, investigarla, comprobarla, cuestionarla, escribirla y presentar unos resultados tan dignos de confianza como sea posible. ¿Quién se encargará de estas tareas? El periodista universal…
Con quienes ya tienen muchos años en el ejercicio del periodismo tradicional, es necesario tender puentes para que comprendan el fenómeno web y toda su potencialidad. Ellos pueden, a cambio, ofrecer una historia de rigor informativo y adecuado manejo de fuentes a sus colegas on line, en general gente mucho más joven.
Para estos últimos, lo importante, según Rubén Darío Buitrón[1], se resume en tres puntos:
Primero, armar un equipo de calidad y mística, comprometido con la misión de informar y dispuesto a correr el riesgo y hacer el enorme esfuerzo de abrir nuevos caminos.
Segundo, construir una base de credibilidad y verosimilitud, lo que a la larga le dará prestigio y lectores fieles.
Tercero, ser eficaces en el manejo informativo, logrando una sinergia entre la velocidad para poner la información en el sitio web y la precisión, la exactitud y el rigor periodísticos.
Este trabajo integrador resultará en calidad cuando se trate de coberturas de alto impacto.
[1] BUITON, RUBÉN DARIO. Seis reflexiones sobre periodismo impreso y periodismo digital. Ponencia presentada en el Seminario Internacional sobre Periodismo Digital, organizado por Ciespal en Quito, del 24 al 28 de noviembre del 2003.
LA RELACIÓN CON LA PÁGINA WEB
Si los medios escritos tuvieron que adecuarse para poder competir contra radio y televisión, en la última década debieron dar un salto cualitativo aún mayor para enfrentar otro desafío: Internet.
Sin comprender que están ante otro formato para brindar la información, muchos periódicos mutan su estructura gráfica hacia los estilos que, se pensaba, mostraba la red. Notas más cortas y muchas entradas de carácter visual caracterizan este cambio.
El objetivo es atraer nuevos lectores, ya habituados a buscar y leer información en pantalla y poco proclives a reflexionar sobre las páginas de papel de un diario.
Esta forma de aceptar que Internet llegó para quedarse conlleva para el diario el riesgo de perder su condición de referencia analítica de la realidad, cosa que, como ya se dijo, no brindan radio, televisión ni Internet.
Pero, como el periodismo en la web ya está instalado entre nosotros, no hay otra alternativa que convivir con él, en particular en momentos en que la sociedad descree de los medios establecidos y se vuelca a buscar información hacia sitios no formales, como los blogs, escritos por otras personas, con intereses, inquietudes y visiones similares.
Cómo cohabitar es, en definitiva, el principal reto. Hay, sin embargo, algunas cuestiones previas para analizar:
· Frente a la propia página web:
1) Cómo hacer converger a ambas redacciones, la de Internet y la de papel.
2) Cómo evitar que la competencia interna termine dilapidando esfuerzos.
3) Cómo provocar una fusión sin que ninguna de las dos redacciones pierda peso específico.
· Frente a la competencia de otras páginas web:
1) Cómo hacer valer la credibilidad de un medio ya establecido.
2) Cómo recrear la confianza, para que los lectores no escojan los blogs antes que nuestro sitio.
3) Cómo evitar que se caiga en una desbocada carrera por dar información antes, aun a riesgo de perder precisión.
Sin comprender que están ante otro formato para brindar la información, muchos periódicos mutan su estructura gráfica hacia los estilos que, se pensaba, mostraba la red. Notas más cortas y muchas entradas de carácter visual caracterizan este cambio.
El objetivo es atraer nuevos lectores, ya habituados a buscar y leer información en pantalla y poco proclives a reflexionar sobre las páginas de papel de un diario.
Esta forma de aceptar que Internet llegó para quedarse conlleva para el diario el riesgo de perder su condición de referencia analítica de la realidad, cosa que, como ya se dijo, no brindan radio, televisión ni Internet.
Pero, como el periodismo en la web ya está instalado entre nosotros, no hay otra alternativa que convivir con él, en particular en momentos en que la sociedad descree de los medios establecidos y se vuelca a buscar información hacia sitios no formales, como los blogs, escritos por otras personas, con intereses, inquietudes y visiones similares.
Cómo cohabitar es, en definitiva, el principal reto. Hay, sin embargo, algunas cuestiones previas para analizar:
· Frente a la propia página web:
1) Cómo hacer converger a ambas redacciones, la de Internet y la de papel.
2) Cómo evitar que la competencia interna termine dilapidando esfuerzos.
3) Cómo provocar una fusión sin que ninguna de las dos redacciones pierda peso específico.
· Frente a la competencia de otras páginas web:
1) Cómo hacer valer la credibilidad de un medio ya establecido.
2) Cómo recrear la confianza, para que los lectores no escojan los blogs antes que nuestro sitio.
3) Cómo evitar que se caiga en una desbocada carrera por dar información antes, aun a riesgo de perder precisión.
EL DESAFIO DE LAS EDICIONES EXTRA - II
Luego de analizar lo que ocurrió en España el 11-M, Francisco Sancho, un especialista de la Universidad de Navarra, echa por tierra el valor de las ediciones extras: Por mucho que acelere su proceso industrial, el producto llega al quiosco completamente viejo, con datos desfasados que han sido y siguen siendo actualizados por los medios inmediatos[1].
Sancho atribuye las ediciones extra a viejos reflejos de los diarios, heredados de la época en que monopolizaban la posibilidad de informarse, pero asegura que nada aportan hoy frente a radio, televisión e Internet.
En este punto, sostiene que lo mejor es concentrarse en la edición del día siguiente, de modo de aportar a los lectores claridad, orden y concierto.
Por su lado, Carlos Jornet, director periodístico de La Voz del Interior, de Córdoba (Argentina)[2], guarda una posición de severa cautela: Los diarios ya no son, por ende, los medios más adecuados para enterarse de una información o para ver las imágenes de un suceso.
Jornet sitúa las diferencias en dos planos: por un lado, los avances de la radio y televisión con la fuerte presencia informativa que hoy las caracteriza, en especial si se piensa en los canales de noticias que transmiten 24 horas al día, tanto en el ámbito nacional como internacional. Por otra parte, los cambios de hábitos ciudadanos: ya no hay pausa al mediodía en la actividad laboral y, por ende, no hay tiempo que facilite la lectura, en medio del ajetreo, en especial en las grandes áreas urbanas.
Pero admite que sería un error carecer de un plan de trabajo para salir a la calle en forma urgente: se podrán admitir estos juicios negativos, pero nunca se sabrá en qué momento el minuto fatal es capaz de cambiar el mundo.
En cualquier redacción, un grupo de editores con habilidades bien desarrolladas podrá armar, en unas pocas horas, una edición de emergencia. Lo demás quedará en manos de tres áreas clave en el momento de las urgencias: Producción, para posibilitar una salida rápida; Marketing, para informar al público a través de los medios audiovisuales sobre la disponibilidad de la edición y, básicamente, Circulación, que deberá elaborar un circuito de distribución que posibilite la llegada del producto a las bocas de venta por fuera del circuito habitual.
Como se señaló capítulos antes, en esos momentos el diario –aun desactualizado, como postula Sancho– mantendrá su valor documental. De hecho, la experiencia indica que muchos lectores querrían tener esa edición en sus manos junto con la del día siguiente, probablemente porque sirve para congelar el recuerdo de momentos especiales, más allá del contenido periodístico.
Por cierto, el esfuerzo de ese momento no debería afectar el trabajo para los días subsiguientes, en particular si las dotaciones de personal son escasas.
[1] SANCHO, Francisco. “Edición extra... para nada”. Mediaccionline. Marzo, 2004. Disponible en: http://www.mediaccion.com/mediaccionline/temas/edicion/object.php?o=147
[2] JORNET, Carlos Hugo, director Periodístico de La Voz del Interior, Córdoba, Argentina. Consultado por al autor.
Sancho atribuye las ediciones extra a viejos reflejos de los diarios, heredados de la época en que monopolizaban la posibilidad de informarse, pero asegura que nada aportan hoy frente a radio, televisión e Internet.
En este punto, sostiene que lo mejor es concentrarse en la edición del día siguiente, de modo de aportar a los lectores claridad, orden y concierto.
Por su lado, Carlos Jornet, director periodístico de La Voz del Interior, de Córdoba (Argentina)[2], guarda una posición de severa cautela: Los diarios ya no son, por ende, los medios más adecuados para enterarse de una información o para ver las imágenes de un suceso.
Jornet sitúa las diferencias en dos planos: por un lado, los avances de la radio y televisión con la fuerte presencia informativa que hoy las caracteriza, en especial si se piensa en los canales de noticias que transmiten 24 horas al día, tanto en el ámbito nacional como internacional. Por otra parte, los cambios de hábitos ciudadanos: ya no hay pausa al mediodía en la actividad laboral y, por ende, no hay tiempo que facilite la lectura, en medio del ajetreo, en especial en las grandes áreas urbanas.
Pero admite que sería un error carecer de un plan de trabajo para salir a la calle en forma urgente: se podrán admitir estos juicios negativos, pero nunca se sabrá en qué momento el minuto fatal es capaz de cambiar el mundo.
En cualquier redacción, un grupo de editores con habilidades bien desarrolladas podrá armar, en unas pocas horas, una edición de emergencia. Lo demás quedará en manos de tres áreas clave en el momento de las urgencias: Producción, para posibilitar una salida rápida; Marketing, para informar al público a través de los medios audiovisuales sobre la disponibilidad de la edición y, básicamente, Circulación, que deberá elaborar un circuito de distribución que posibilite la llegada del producto a las bocas de venta por fuera del circuito habitual.
Como se señaló capítulos antes, en esos momentos el diario –aun desactualizado, como postula Sancho– mantendrá su valor documental. De hecho, la experiencia indica que muchos lectores querrían tener esa edición en sus manos junto con la del día siguiente, probablemente porque sirve para congelar el recuerdo de momentos especiales, más allá del contenido periodístico.
Por cierto, el esfuerzo de ese momento no debería afectar el trabajo para los días subsiguientes, en particular si las dotaciones de personal son escasas.
[1] SANCHO, Francisco. “Edición extra... para nada”. Mediaccionline. Marzo, 2004. Disponible en: http://www.mediaccion.com/mediaccionline/temas/edicion/object.php?o=147
[2] JORNET, Carlos Hugo, director Periodístico de La Voz del Interior, Córdoba, Argentina. Consultado por al autor.
EL DESAFIO DE LAS EDICIONES EXTRA - I
Frente a dos claros desafíos, como son la inmediatez de los medios electrónicos y el riesgo de errores insalvables por la premura, la posibilidad de una edición extra para el periódico, si el horario lo permite, queda en entredicho.
Al menos en los últimos años, unos pocos temas merecieron que los grandes medios encararan ese desafío: los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y del 11 de marzo de 2004 en Madrid fueron paradigmáticos[1].
En toda América, los husos horarios posibilitaron poner en la calle ediciones meridianas: cuando se produjo el ataque a las Torres Gemelas, poco después de las 8 de la mañana en Nueva York, en la Argentina era la misma hora; las bombas en Atocha estallaron cuando en este lado del mundo ni siquiera había amanecido. Sin embargo, en Argentina ambos fenómenos no se reprodujeron igual. El primero disparó las extras; el segundo, no, lo cual, obviamente, sí ocurrió en España.
¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de los periódicos para aceptar ese reto?
En la primera columna, deberán anotarse al menos dos:
· Desde los lectores, el impacto; es decir, lo inesperado de la noticia y la capacidad para sacudir la monotonía y despertar el interés.
· Desde el propio medio, la necesidad de “estar”, de hacer sentir al público que “su” diario lo acompaña.
En el segundo rubro, habrá que registrar:
· La desactualización de la noticia, frente a la dinámica de los medios instantáneos.
· El riesgo de informar a medias (o, lo que es peor, mal[2]) porque, en los momentos de crisis, la espiral informativa gira a un ritmo tan veloz que el momento de cierre congela una realidad cambiante. Al mismo tiempo, se restan recursos para la edición normal, del día siguiente.Luego de analizar lo que ocurrió en España
[1] La muerte del papa Juan Pablo II ocurrió el 2 de abril de 2005, en un día sábado. Eran las 21:37, hora de Italia, pero, pese a las cinco horas menos en la Argentina, se tornó desaconsejable lanzar ediciones extras a la calle. En cambio, los medios se concentraron en sus ediciones dominicales, las que, en su mayoría, contuvieron suplementos especiales preparados de antemano.
[2] El ejemplo del diario madrileño El País, citado antes, es ineludible: atribuyó los atentados de Atocha a la banda terrorista ETA a instancias del entonces jefe del Gobierno, José María Aznar. Luego se probó que había sido una célula de Al Qaeda.
Al menos en los últimos años, unos pocos temas merecieron que los grandes medios encararan ese desafío: los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y del 11 de marzo de 2004 en Madrid fueron paradigmáticos[1].
En toda América, los husos horarios posibilitaron poner en la calle ediciones meridianas: cuando se produjo el ataque a las Torres Gemelas, poco después de las 8 de la mañana en Nueva York, en la Argentina era la misma hora; las bombas en Atocha estallaron cuando en este lado del mundo ni siquiera había amanecido. Sin embargo, en Argentina ambos fenómenos no se reprodujeron igual. El primero disparó las extras; el segundo, no, lo cual, obviamente, sí ocurrió en España.
¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de los periódicos para aceptar ese reto?
En la primera columna, deberán anotarse al menos dos:
· Desde los lectores, el impacto; es decir, lo inesperado de la noticia y la capacidad para sacudir la monotonía y despertar el interés.
· Desde el propio medio, la necesidad de “estar”, de hacer sentir al público que “su” diario lo acompaña.
En el segundo rubro, habrá que registrar:
· La desactualización de la noticia, frente a la dinámica de los medios instantáneos.
· El riesgo de informar a medias (o, lo que es peor, mal[2]) porque, en los momentos de crisis, la espiral informativa gira a un ritmo tan veloz que el momento de cierre congela una realidad cambiante. Al mismo tiempo, se restan recursos para la edición normal, del día siguiente.Luego de analizar lo que ocurrió en España
[1] La muerte del papa Juan Pablo II ocurrió el 2 de abril de 2005, en un día sábado. Eran las 21:37, hora de Italia, pero, pese a las cinco horas menos en la Argentina, se tornó desaconsejable lanzar ediciones extras a la calle. En cambio, los medios se concentraron en sus ediciones dominicales, las que, en su mayoría, contuvieron suplementos especiales preparados de antemano.
[2] El ejemplo del diario madrileño El País, citado antes, es ineludible: atribuyó los atentados de Atocha a la banda terrorista ETA a instancias del entonces jefe del Gobierno, José María Aznar. Luego se probó que había sido una célula de Al Qaeda.
EL CINE CONTINUADO
Hubo un minuto fatal al comienzo. Y habrá otro al final, cuando la edición deba irremediablemente cerrarse. Es obvio prever un programa que posibilite el envío de las páginas a pre-prensa de atrás hacia delante; es decir, de aquellas que, aun conteniendo información sobre el suceso, no conlleven ningún riesgo de cambio.
En este punto, debe considerarse fundamental omitir en las noticias datos que son susceptibles de modificaciones: las cifras de muertos son siempre el mayor riesgo y, como tal, deben ser evitadas en las páginas que se cierren más temprano.
En este punto, debe considerarse fundamental omitir en las noticias datos que son susceptibles de modificaciones: las cifras de muertos son siempre el mayor riesgo y, como tal, deben ser evitadas en las páginas que se cierren más temprano.
ANÁLISIS SOBRE UNA REALIDAD CAMBIANTE
Hemos señalado antes que el papel diferencial de los diarios respecto de televisión, radio e Internet está en la posibilidad de brindar reflexiones y análisis sobre la realidad. Siempre estarán a mano los antecedentes del hecho, aun cuando sus consecuencias estén en plena evolución y la necesidad de cerrar una edición obligue a balances provisionales.
Pero, como la dimensión de futuro de la noticia es desconocida, deben duplicarse los esfuerzos para evitar que ese necesario ejercicio del periodismo interpretativo en momentos de crisis conlleve juicios apresurados. Siempre es conveniente estar un paso atrás para corregir el rumbo, anque que ir velozmente hacia un error de percepción.
Conviene volver sobre el ejemplo del diario El País, de Madrid, el 11-M: la hipótesis de ETA alentada por Aznar llevó a ese periódico a buscar especialistas en terrorismo vasco para obtener sus visiones. A las pocas horas, cuando el propio Gobierno introdujo la hipótesis de Al Qaeda, debió volver sobre sus pasos. Lo publicado en la edición extra ya no tenía retroceso. La pérdida de credibilidad del diario, a la vista del público, probablemente tampoco.
Pero, como la dimensión de futuro de la noticia es desconocida, deben duplicarse los esfuerzos para evitar que ese necesario ejercicio del periodismo interpretativo en momentos de crisis conlleve juicios apresurados. Siempre es conveniente estar un paso atrás para corregir el rumbo, anque que ir velozmente hacia un error de percepción.
Conviene volver sobre el ejemplo del diario El País, de Madrid, el 11-M: la hipótesis de ETA alentada por Aznar llevó a ese periódico a buscar especialistas en terrorismo vasco para obtener sus visiones. A las pocas horas, cuando el propio Gobierno introdujo la hipótesis de Al Qaeda, debió volver sobre sus pasos. Lo publicado en la edición extra ya no tenía retroceso. La pérdida de credibilidad del diario, a la vista del público, probablemente tampoco.
QUÉ DECIR Y CÓMO MOSTRARLO - II
La neutralidad adoptada por la BBC, la red pública británica, tal como había sido planteada mucho antes del 7-J[1], mereció objeciones de parte de destacados especialistas, como Giovanni Sartori, quien ataca la manipulación del lenguaje de esa red[2]. Para la red difusora británica, los terroristas irlandeses son “criminales”, los palestinos son “militantes”, los islámicos de Londres del otro día son “bombers”. Y después dicen que los medios de comunicación masiva simplifican demasiado. En este caso, en cambio, “sofistican” y mistifican, cuestiona Sartori.
Y adopta una postura cáustica: Una vez lanzada por esta pendiente, la BBC no podrá detenerse con la eliminación de la palabra terrorismo (que suscita, señalo, emociones negativas). Con el mismo criterio deberá expurgar de su vocabulario la palabra paz (culpable de despertar un escandaloso fervor apreciativo). Y tampoco "guerra" funciona bien: mejor sustituirla por la expresión más ascética de “disenso armado”. Y lo mismo ocurre con cientos y cientos de palabras.
El periodista Carlos Schilling lo planteó de otra manera: La pregunta que se impone a los medios es hasta qué punto es posible seguir la lección de pudor de la TV inglesa sin perder los reflejos periodísticos y la credibilidad ante el público. ¿Ese es otro frente que abre el terrorismo?[3]
La discusión se reabrió apenas un par de meses después, gracias al huracán Katrina. Las cadenas de televisión estadounidenses optaron por un dramatismo sin límites. Así lo plasmó la periodista Natalia Martín Cantero, en un despacho de la agencia de noticias EFE difundido el 30 de agosto, a las 15.31 hora argentina:
Con reporteros a los que se lleva el viento, toneladas de animaciones elaboradas con avanzada tecnología y dramáticos vídeos repetidos una y otra vez, los huracanes son uno de los grandes temas de las cadenas de televisión.
Es indudable que el huracán Katrina ha dejado un rastro de muerte y destrucción, con al menos 67 víctimas fatales y pérdidas económicas multimillonarias. Pero la acción de Katrina, por temible que sea, difícilmente se puede comparar con la del mortífero maremoto que abatió Asia a fines de diciembre del año pasado, causando la muerte de más de 200.000 personas. Esto es, sin embargo, lo que hicieron las cadenas de televisión por cable de EEUU en sus emisiones del domingo, cuando vaticinaron una tragedia de dimensiones bíblicas y, entre otras cosas, el final de la ciudad de Nueva Orleans, que iba a desaparecer tragada por las aguas.
Y es que, cuando se trata de una catástrofe, todo el dramatismo parece poco. A las cadenas de televisión, parece no bastarles la amargura de la propia realidad y han de colocar a sus reporteros en el ojo del huracán para que, a la angustia natural del momento, el televidente añada la de preguntarse por el bienestar del locutor que ha de agarrarse a las farolas para que no se lo lleve el viento.
Días después, se advertiría que el dramatismo exacerbado se acercaba, de modo muy dramático, a la realidad. Aun así, el martes 8 de septiembre un funcionario de la agencia federal de emergencias (Fema, por sus siglas en inglés), Mark Pfeifle, sugirió a las agencias de fotografías que no mostraran cadáveres, aunque se preocupó en aclarar que era una “sugerencia”, porque la responsabilidad final era de los editores. Pasaron muchos días y, al parecer, la indicación surtió efectos: entre miles de imágenes de destrozos y personas que habían perdido sus hogares, no se observó ningún cuerpo.
Si la historia encierra muerte, ¿se puede documentar sin mostrarla? De la censura sugerida a la autocensura inducida no hay siquiera un paso de distancia.
Como fuere, éste es un debate que está lejos de saldarse y frente al cual los diarios gozan de los beneficios del tiempo a su favor, frente a una televisión que pretende siempre estar allí, donde los hechos ocurren y cuando los hechos están ocurriendo.
El mínimo período de reflexión del que puede beneficiarse un periódico permite una utilización más pulida del lenguaje, para un relato alejado del dramatismo de las coberturas en vivo, y una selección más adecuada de las imágenes, a fin de dejar de lado aquellas cuya truculencia podría herir la sensibilidad de los lectores.
Sin embargo, ¿es posible sustraerse a la crueldad transmitida al instante con imágenes blancas, es decir desteñidas de sangre, muchas horas después del acontecimiento?
La tentación es grande y difícil de vencer. Pero el resultado está ligado de manera indisoluble a la línea de conducta del medio, siempre anterior al momento en que estallan las tragedias.
[1] BBC. Editorial Guidelines. Section 7 - Crime & Anti-Social Behaviour. “Our reporting of crime and anti-social behaviour aims to give audiences the facts in their context. It must not add to people's fears of becoming victims of crime when statistically they are very unlikely to be so”. Disponible en Internet. http://www.bbc.co.uk/guidelines/editorialguidelines/
[2] SARTORI, Giovanni. El terrorismo y las ilusiones peligrosas. Diario Corriere della Sera, traducido y reproducido por La Nación, de Buenos Aires. 26 de julio 2005.
[3] SCHILLING, Carlos. La sangre se mantuvo fuera de las cámaras. La Voz del Interior. Página 14. 8 de julio de 2005.
Y adopta una postura cáustica: Una vez lanzada por esta pendiente, la BBC no podrá detenerse con la eliminación de la palabra terrorismo (que suscita, señalo, emociones negativas). Con el mismo criterio deberá expurgar de su vocabulario la palabra paz (culpable de despertar un escandaloso fervor apreciativo). Y tampoco "guerra" funciona bien: mejor sustituirla por la expresión más ascética de “disenso armado”. Y lo mismo ocurre con cientos y cientos de palabras.
El periodista Carlos Schilling lo planteó de otra manera: La pregunta que se impone a los medios es hasta qué punto es posible seguir la lección de pudor de la TV inglesa sin perder los reflejos periodísticos y la credibilidad ante el público. ¿Ese es otro frente que abre el terrorismo?[3]
La discusión se reabrió apenas un par de meses después, gracias al huracán Katrina. Las cadenas de televisión estadounidenses optaron por un dramatismo sin límites. Así lo plasmó la periodista Natalia Martín Cantero, en un despacho de la agencia de noticias EFE difundido el 30 de agosto, a las 15.31 hora argentina:
Con reporteros a los que se lleva el viento, toneladas de animaciones elaboradas con avanzada tecnología y dramáticos vídeos repetidos una y otra vez, los huracanes son uno de los grandes temas de las cadenas de televisión.
Es indudable que el huracán Katrina ha dejado un rastro de muerte y destrucción, con al menos 67 víctimas fatales y pérdidas económicas multimillonarias. Pero la acción de Katrina, por temible que sea, difícilmente se puede comparar con la del mortífero maremoto que abatió Asia a fines de diciembre del año pasado, causando la muerte de más de 200.000 personas. Esto es, sin embargo, lo que hicieron las cadenas de televisión por cable de EEUU en sus emisiones del domingo, cuando vaticinaron una tragedia de dimensiones bíblicas y, entre otras cosas, el final de la ciudad de Nueva Orleans, que iba a desaparecer tragada por las aguas.
Y es que, cuando se trata de una catástrofe, todo el dramatismo parece poco. A las cadenas de televisión, parece no bastarles la amargura de la propia realidad y han de colocar a sus reporteros en el ojo del huracán para que, a la angustia natural del momento, el televidente añada la de preguntarse por el bienestar del locutor que ha de agarrarse a las farolas para que no se lo lleve el viento.
Días después, se advertiría que el dramatismo exacerbado se acercaba, de modo muy dramático, a la realidad. Aun así, el martes 8 de septiembre un funcionario de la agencia federal de emergencias (Fema, por sus siglas en inglés), Mark Pfeifle, sugirió a las agencias de fotografías que no mostraran cadáveres, aunque se preocupó en aclarar que era una “sugerencia”, porque la responsabilidad final era de los editores. Pasaron muchos días y, al parecer, la indicación surtió efectos: entre miles de imágenes de destrozos y personas que habían perdido sus hogares, no se observó ningún cuerpo.
Si la historia encierra muerte, ¿se puede documentar sin mostrarla? De la censura sugerida a la autocensura inducida no hay siquiera un paso de distancia.
Como fuere, éste es un debate que está lejos de saldarse y frente al cual los diarios gozan de los beneficios del tiempo a su favor, frente a una televisión que pretende siempre estar allí, donde los hechos ocurren y cuando los hechos están ocurriendo.
El mínimo período de reflexión del que puede beneficiarse un periódico permite una utilización más pulida del lenguaje, para un relato alejado del dramatismo de las coberturas en vivo, y una selección más adecuada de las imágenes, a fin de dejar de lado aquellas cuya truculencia podría herir la sensibilidad de los lectores.
Sin embargo, ¿es posible sustraerse a la crueldad transmitida al instante con imágenes blancas, es decir desteñidas de sangre, muchas horas después del acontecimiento?
La tentación es grande y difícil de vencer. Pero el resultado está ligado de manera indisoluble a la línea de conducta del medio, siempre anterior al momento en que estallan las tragedias.
[1] BBC. Editorial Guidelines. Section 7 - Crime & Anti-Social Behaviour. “Our reporting of crime and anti-social behaviour aims to give audiences the facts in their context. It must not add to people's fears of becoming victims of crime when statistically they are very unlikely to be so”. Disponible en Internet. http://www.bbc.co.uk/guidelines/editorialguidelines/
[2] SARTORI, Giovanni. El terrorismo y las ilusiones peligrosas. Diario Corriere della Sera, traducido y reproducido por La Nación, de Buenos Aires. 26 de julio 2005.
[3] SCHILLING, Carlos. La sangre se mantuvo fuera de las cámaras. La Voz del Interior. Página 14. 8 de julio de 2005.
QUÉ DECIR, CÓMO MOSTRARLO - I
Es que, al margen de las posiciones del poder, del lado de la prensa la responsabilidad social adquiere enorme relevancia cuando lo que está en juego son vidas de la misma comunidad. Y en este punto resulta fundamental el tratamiento de la información.
El Centro Internacional para Periodistas divulgó una serie de recomendaciones a tener en cuenta[1]:
· No se limite a contar solamente la historia del “desastre”. Publique o transmita información útil que ayude al público, como dónde encontrar refugio o cómo conseguir ayuda financiera.
· Use hechos, no sensacionalice. Evite las generalizaciones como “el mayor incendio de la historia” o “la tormenta del siglo”.
· Siempre revise las credenciales de sus expertos: quién lo dice y con qué autoridad, es siempre muy importante. Asegúrese de que sus preguntas estén dentro de su área de conocimiento.
· No menosprecie a las víctimas.
· Atribuya a fuentes. La gente dice toda clase de cosas en la locura de un desastre natural; asegúrese de que atribuya todas las citas y revise los hechos.
No se puede perder de vista que se está ante dramas humanos, que requieren, antes que nada, el respeto a las víctimas, a sus familiares y a quienes se conduelen con ese dolor.
Aun así, la experiencia de los últimos tiempos, en particular a partir de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, nos coloca ante el debate sobre los niveles de información que deben ser ofrecidos a los lectores. El péndulo oscila entre todo lo disponible, por escabroso que fuese, y el recorte de la realidad, para no crear más zozobra.
Los medios ingleses tomaron el camino del impacto mínimo. Por caso, Roger Mosey, jefe de TV News –programa de la British Broadcasting Corporation, BBC, que el día de los ataques superó los 30 millones de audiencia– se defendió de las críticas y sostuvo que su obligación era mostrar la realidad de unos sucesos que provocan conmoción, pero que debía, antes que nada, preservar la dignidad humana y no añadir más dolor a sus familiares[2].
[1] CENTRO INTERNACIONAL PARA PERIODISTAS. Cinco consejos para ser útil a la comunidad en caso de catástrofes. Disponible en: http://www.ijnet.org/FE_Article/trainingdocument.asp?UILang=3&CId=25003&CIdLang=3
[2] ROSADO, José. Los medios británicos consideran apropiada su actitud ante el 7-J. Periodista Digital –www.periodistadigital.com--. 21 de julio de 2005.
El Centro Internacional para Periodistas divulgó una serie de recomendaciones a tener en cuenta[1]:
· No se limite a contar solamente la historia del “desastre”. Publique o transmita información útil que ayude al público, como dónde encontrar refugio o cómo conseguir ayuda financiera.
· Use hechos, no sensacionalice. Evite las generalizaciones como “el mayor incendio de la historia” o “la tormenta del siglo”.
· Siempre revise las credenciales de sus expertos: quién lo dice y con qué autoridad, es siempre muy importante. Asegúrese de que sus preguntas estén dentro de su área de conocimiento.
· No menosprecie a las víctimas.
· Atribuya a fuentes. La gente dice toda clase de cosas en la locura de un desastre natural; asegúrese de que atribuya todas las citas y revise los hechos.
No se puede perder de vista que se está ante dramas humanos, que requieren, antes que nada, el respeto a las víctimas, a sus familiares y a quienes se conduelen con ese dolor.
Aun así, la experiencia de los últimos tiempos, en particular a partir de los atentados del 7 de julio de 2005 en Londres, nos coloca ante el debate sobre los niveles de información que deben ser ofrecidos a los lectores. El péndulo oscila entre todo lo disponible, por escabroso que fuese, y el recorte de la realidad, para no crear más zozobra.
Los medios ingleses tomaron el camino del impacto mínimo. Por caso, Roger Mosey, jefe de TV News –programa de la British Broadcasting Corporation, BBC, que el día de los ataques superó los 30 millones de audiencia– se defendió de las críticas y sostuvo que su obligación era mostrar la realidad de unos sucesos que provocan conmoción, pero que debía, antes que nada, preservar la dignidad humana y no añadir más dolor a sus familiares[2].
[1] CENTRO INTERNACIONAL PARA PERIODISTAS. Cinco consejos para ser útil a la comunidad en caso de catástrofes. Disponible en: http://www.ijnet.org/FE_Article/trainingdocument.asp?UILang=3&CId=25003&CIdLang=3
[2] ROSADO, José. Los medios británicos consideran apropiada su actitud ante el 7-J. Periodista Digital –www.periodistadigital.com--. 21 de julio de 2005.
MANEJO DE FUENTES - III
Pero como la sociedad tiende a darse su propia organización y a exhibir sus intereses por encima del interés de los gobiernos, aparece el “poder blando”: (los medios) son los que, al menos hasta el momento, seleccionan y amplifican los problemas que acaban preocupando a los ciudadanos y los que, de una forma difusa, acaban conformando la opinión y la toma de posición de los ciudadanos. Por tanto, entender el comportamiento de los medios es fundamental para comprender la respuesta ciudadana a las catástrofes.
El punto central para el periodismo está en determinar el grado de utilidad de los datos que obtiene de las fuentes; cuánto éstas ocultan y cuánto tergiversan; cuán validadas están para ofrecer información, y el impacto social de las noticias que se vuelquen en la cobertura.
En general, es inevitable la tendencia de las fuentes por minimizar los impactos de una situación dramática. Esto tiene ligazón con la imposibilidad de brindar respuestas inmediatas a demandas sociales que, siempre en estos casos, son fuertes. El Estado suele estar demasiadas veces desvalido o desarmado para hacer frente a las crisis imprevistas.
Además, a menudo las fuentes que tienen legitimidad para informar sobre determinado evento son las mismas que están ocupadas encabezando los operativos que demanda la situación, por lo cual la vocería queda vacante.
El problema del tratamiento las fuentes quedó de manifiesto de forma patética a partir de los atentados del 11 de marzo de 2004, cuando un grupo terrorista voló trenes en la estación madrileña de Atocha.
Entonces, el prestigioso diario El País tituló su edición extraordinaria “Matanza de ETA en Madrid”. No era que los editores del periódicos tuviesen pruebas independientes sobre la autoría del ataque de parte de la banda armada separatista, sino que fueron influidos por el entonces jefe del Gobierno, José María Aznar.
Minutos antes del cierre, un alto funcionario llamó a la redacción y atribuyó el atentado a ETA. Más tarde, el propio Aznar se comunicó con directivos del diario para ratificar la información. El título original “Matanza terrorista en Madrid” mutó por “Matanza de ETA en Madrid”.
El compromiso de transparencia hubiera exigido atribuir esa información al Gobierno en lugar de asumirla con un enorme titular a toda plana, se lamenta hoy el director Jesús Ceberio[1]. Ese grave error –reconoce– no es enteramente atribuible a la fuente, sino a la falta de aplicación de una mínima cautela profesional. No hay fuente, por privilegiada que sea, que no exija contrastes adicionales.
Lo que vino a partir de ese momento es historia conocida: apenas tres días después, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero y con el voto de millones de españoles, desalojaba del gobierno al Partido Popular de Aznar.
Veamos otro ejemplo: en momentos en que las aguas desbordadas del lago Pontchartrain inundaban Nueva Orleáns y causaban más daño que los vientos del huracán Katrina, que había dado origen al desastre, las autoridades estadounidenses explicaban a la prensa sus acciones desde Washington. En la ciudad devastada, el alcalde clamaba: “Mientras el gobierno federal da conferencias de prensa, la gente se muere (…) No tienen ni idea de lo que está pasando aquí”.
En efecto, la información que se brindaba desde la capital poco tenía que ver con la realidad de Nueva Orleans. Y esta situación no fue excepcional: en momentos de crisis, rara vez las autoridades instalan sus comandos en el lugar de los hechos. Antes bien, prefieren el manejo desde una oficina, lo cual distorsiona la visión que se ofrece de los hechos.
Pero estar en el lugar tampoco garantiza al periodista que obtendrá datos certeros. Siempre habrá merodeando personas interesadas en minimizar el caos real o en tornarlo infernal, mediante versiones que llegan hasta el paroxismo. En el medio, habrá un camino por el que transite la verdad.
[1] Verdad, la condición necesaria del periodismo. Seminario Internacional. Diario Clarín. Suplemento especial. 7 de julio de 2005.
El punto central para el periodismo está en determinar el grado de utilidad de los datos que obtiene de las fuentes; cuánto éstas ocultan y cuánto tergiversan; cuán validadas están para ofrecer información, y el impacto social de las noticias que se vuelquen en la cobertura.
En general, es inevitable la tendencia de las fuentes por minimizar los impactos de una situación dramática. Esto tiene ligazón con la imposibilidad de brindar respuestas inmediatas a demandas sociales que, siempre en estos casos, son fuertes. El Estado suele estar demasiadas veces desvalido o desarmado para hacer frente a las crisis imprevistas.
Además, a menudo las fuentes que tienen legitimidad para informar sobre determinado evento son las mismas que están ocupadas encabezando los operativos que demanda la situación, por lo cual la vocería queda vacante.
El problema del tratamiento las fuentes quedó de manifiesto de forma patética a partir de los atentados del 11 de marzo de 2004, cuando un grupo terrorista voló trenes en la estación madrileña de Atocha.
Entonces, el prestigioso diario El País tituló su edición extraordinaria “Matanza de ETA en Madrid”. No era que los editores del periódicos tuviesen pruebas independientes sobre la autoría del ataque de parte de la banda armada separatista, sino que fueron influidos por el entonces jefe del Gobierno, José María Aznar.
Minutos antes del cierre, un alto funcionario llamó a la redacción y atribuyó el atentado a ETA. Más tarde, el propio Aznar se comunicó con directivos del diario para ratificar la información. El título original “Matanza terrorista en Madrid” mutó por “Matanza de ETA en Madrid”.
El compromiso de transparencia hubiera exigido atribuir esa información al Gobierno en lugar de asumirla con un enorme titular a toda plana, se lamenta hoy el director Jesús Ceberio[1]. Ese grave error –reconoce– no es enteramente atribuible a la fuente, sino a la falta de aplicación de una mínima cautela profesional. No hay fuente, por privilegiada que sea, que no exija contrastes adicionales.
Lo que vino a partir de ese momento es historia conocida: apenas tres días después, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero y con el voto de millones de españoles, desalojaba del gobierno al Partido Popular de Aznar.
Veamos otro ejemplo: en momentos en que las aguas desbordadas del lago Pontchartrain inundaban Nueva Orleáns y causaban más daño que los vientos del huracán Katrina, que había dado origen al desastre, las autoridades estadounidenses explicaban a la prensa sus acciones desde Washington. En la ciudad devastada, el alcalde clamaba: “Mientras el gobierno federal da conferencias de prensa, la gente se muere (…) No tienen ni idea de lo que está pasando aquí”.
En efecto, la información que se brindaba desde la capital poco tenía que ver con la realidad de Nueva Orleans. Y esta situación no fue excepcional: en momentos de crisis, rara vez las autoridades instalan sus comandos en el lugar de los hechos. Antes bien, prefieren el manejo desde una oficina, lo cual distorsiona la visión que se ofrece de los hechos.
Pero estar en el lugar tampoco garantiza al periodista que obtendrá datos certeros. Siempre habrá merodeando personas interesadas en minimizar el caos real o en tornarlo infernal, mediante versiones que llegan hasta el paroxismo. En el medio, habrá un camino por el que transite la verdad.
[1] Verdad, la condición necesaria del periodismo. Seminario Internacional. Diario Clarín. Suplemento especial. 7 de julio de 2005.
MANEJO DE FUENTES II
Una de las cuestiones centrales de estos hechos perniciosos que cita Denton se basa en el inadecuado manejo de las fuentes, con las que el periodista suele entablar relaciones promiscuas, en las que no se guarda la distancia necesaria que posibilite independencia de criterios. No hay ingenuidad en esta relación: la fuente siempre intentará manejar al periodista a partir de sus puntos de vista y el periodista creerá que el acceso a la información que requiere es más sencillo, no importa si en el medio se va la mitad de la verdad.
Cualquier manual de estilo periodístico que se revise aportará una serie de pautas elementales sobre el vínculo entre el comunicador y una fuente, pero el asunto es, por encima de todo, de base ética: si el manejo de las fuentes es un asunto conflictivo en tiempos de paz, mucho más lo es en momentos de crisis. En particular, porque bastante más a menudo de lo deseable, las organizaciones que deben ponerse al frente de los conflictos carecen del entrenamiento necesario y de las personas adecuadas para ofrecer datos certeros sobre lo que está ocurriendo.
El cuidado por lo delicado de la información que se maneja en situaciones extremas debe partir de las fuentes, pero a la vez es responsabilidad fundamental del periodista y de sus medios.
En muchas ocasiones las autoridades públicas siguen creyendo en la utopía del control total de la información y de las acciones de respuesta a una catástrofe. Suelen olvidar que las sociedades democráticas tienen mecanismos de toma de decisiones colectivas por los ciudadanos que funcionan de forma autónoma. Las administraciones deben asumir esta realidad, que debería alegrarles como ejemplo de madurez social, y actuar en consecuencia, sugiere Juan Freire, del Grupo de Recursos Marinos y Pesquerías de la Facultad de Ciencias, Universidad de A Coruña, España, a partir de las experiencias obtenidas después del hundimiento del barco petrolero Prestige, el 13 de noviembre de 2002, frente a las costas gallegas.[1]
Freire divide la información a partir de sus protagonistas: gobiernos y medios.
Al gobierno, atribuye la condición de “poder duro”: El poder político suele actuar como un poder duro que intenta establecer un control férreo y jerárquico de la información, utilizando a la sociedad civil (y a sus componentes relevantes, como ONG, científicos, etc.) sólo como apéndices útiles para articular acciones concretas dirigidas siempre “desde arriba”.
[1] FREIRE, Juan. Reflexiones sobre la gestión informativa de las catástrofes marítimas. Disponible en http://nomada.blogs.com/jfreire/2005/06/gestin_informat.html
Cualquier manual de estilo periodístico que se revise aportará una serie de pautas elementales sobre el vínculo entre el comunicador y una fuente, pero el asunto es, por encima de todo, de base ética: si el manejo de las fuentes es un asunto conflictivo en tiempos de paz, mucho más lo es en momentos de crisis. En particular, porque bastante más a menudo de lo deseable, las organizaciones que deben ponerse al frente de los conflictos carecen del entrenamiento necesario y de las personas adecuadas para ofrecer datos certeros sobre lo que está ocurriendo.
El cuidado por lo delicado de la información que se maneja en situaciones extremas debe partir de las fuentes, pero a la vez es responsabilidad fundamental del periodista y de sus medios.
En muchas ocasiones las autoridades públicas siguen creyendo en la utopía del control total de la información y de las acciones de respuesta a una catástrofe. Suelen olvidar que las sociedades democráticas tienen mecanismos de toma de decisiones colectivas por los ciudadanos que funcionan de forma autónoma. Las administraciones deben asumir esta realidad, que debería alegrarles como ejemplo de madurez social, y actuar en consecuencia, sugiere Juan Freire, del Grupo de Recursos Marinos y Pesquerías de la Facultad de Ciencias, Universidad de A Coruña, España, a partir de las experiencias obtenidas después del hundimiento del barco petrolero Prestige, el 13 de noviembre de 2002, frente a las costas gallegas.[1]
Freire divide la información a partir de sus protagonistas: gobiernos y medios.
Al gobierno, atribuye la condición de “poder duro”: El poder político suele actuar como un poder duro que intenta establecer un control férreo y jerárquico de la información, utilizando a la sociedad civil (y a sus componentes relevantes, como ONG, científicos, etc.) sólo como apéndices útiles para articular acciones concretas dirigidas siempre “desde arriba”.
[1] FREIRE, Juan. Reflexiones sobre la gestión informativa de las catástrofes marítimas. Disponible en http://nomada.blogs.com/jfreire/2005/06/gestin_informat.html
MANEJO DE FUENTES I
Para el periodismo, los últimos años han dejado imborrables hitos sobre la traición al valor fundamental de los medios: la credibilidad. Casos de afamados periodistas que inventaban fuentes o, igualmente grave, falseaban datos e información, han obligado a los medios a rever sus modelos de control interno.
Uno de los temas importantes al que ha tenido que enfrentarse el mundo de la prensa en los últimos años es el de las fuentes. Los recortes en las salas de redacción, la velocidad del ciclo de las noticias y la reducción de la cobertura informativa de las noticias internacionales dificultan la capacidad de los periodistas de tener el tiempo, los recursos, la posibilidad y las listas de fuentes necesarias para recoger las noticias con cuidado, diagnostica el periodista Schechter[1].
El caso del fabulador Jason Blair tal vez sea paradigmático: sus reportajes eran fraudulentos y ello obligó a pedir disculpas en público a su diario; justamente The New York Times, que había hecho un culto de su integridad editorial.
Es muy fácil para los de afuera pontificar, condenar y hasta despedazar a The New York Times, pero si pensamos en nosotros mismos y en los hábitos imperantes en las salas de redacción que frecuentamos, nos veremos forzados a reconocer que por todos lados se advierten tendencias que, de acentuarse, podrían terminar constituyendo hechos asimismo perniciosos, afirmó el presidente de la Comisión de Desarrollo de Iniciativas de la Asociación de Editores de Periódicos de los Estados Unidos (ASNE), Frank Denton, en un artículo publicado por la revista American Editor[2].
[1] SCHECHTER, Danny. Las noticias en tiempos de guerra. Medios de comunicación: información o propaganda. Op. Cit. Págs. 171
[2] Publicación N° 15, Academia Nacional de Periodismo de Argentina.
Uno de los temas importantes al que ha tenido que enfrentarse el mundo de la prensa en los últimos años es el de las fuentes. Los recortes en las salas de redacción, la velocidad del ciclo de las noticias y la reducción de la cobertura informativa de las noticias internacionales dificultan la capacidad de los periodistas de tener el tiempo, los recursos, la posibilidad y las listas de fuentes necesarias para recoger las noticias con cuidado, diagnostica el periodista Schechter[1].
El caso del fabulador Jason Blair tal vez sea paradigmático: sus reportajes eran fraudulentos y ello obligó a pedir disculpas en público a su diario; justamente The New York Times, que había hecho un culto de su integridad editorial.
Es muy fácil para los de afuera pontificar, condenar y hasta despedazar a The New York Times, pero si pensamos en nosotros mismos y en los hábitos imperantes en las salas de redacción que frecuentamos, nos veremos forzados a reconocer que por todos lados se advierten tendencias que, de acentuarse, podrían terminar constituyendo hechos asimismo perniciosos, afirmó el presidente de la Comisión de Desarrollo de Iniciativas de la Asociación de Editores de Periódicos de los Estados Unidos (ASNE), Frank Denton, en un artículo publicado por la revista American Editor[2].
[1] SCHECHTER, Danny. Las noticias en tiempos de guerra. Medios de comunicación: información o propaganda. Op. Cit. Págs. 171
[2] Publicación N° 15, Academia Nacional de Periodismo de Argentina.
QUÉ PUBLICAR Y CÓMO - II
Y explicaba que si se descuida la precisión en los detalles menores, se pierde la credibilidad necesaria para que se acepten las informaciones más importantes. Otro viejo y respetado periodista, Adolph Ochs, era categórico: “merece censura quien no se toma la molestia de confirmar los hechos, quien es indiferente a la responsabilidad de su diario y descuida su reputación de veracidad y exactitud”.[1]
[1] RESTREPO, Javier Darío. Cuello torcido del cisne. Disponible en Pulso del Periodismo http://www.pulso.org/Espanol/Nuevos/restrepoprecision030611.htm
[1] RESTREPO, Javier Darío. Cuello torcido del cisne. Disponible en Pulso del Periodismo http://www.pulso.org/Espanol/Nuevos/restrepoprecision030611.htm
QUÉ PUBLICAR Y CÓMO - I
Por cierto, la organización no alcanza por sí sola para resolver la cuestión primordial: el tipo de contenidos que se va a ofrecer a los lectores.
Quedó dicho que el valor diferencial del diario se asienta en la posibilidad de brindar análisis y descripciones de la realidad. Pero ello no excluye, claro está, la necesidad de ofrecer la información básica sobre el hecho. Es decir, historias, pero también noticias.
La velocidad de radio, televisión e Internet nos dejaría atrás si lo que pretendemos es apenas la crónica pura y dura de los hechos.
La forma del relato es un punto clave: la tradicional pirámide invertida ya no alcanza para atrapar al lector cuando éste conoce los elementos básicos de la información: qué, quién, cómo, cuándo y dónde, y hasta tiene conocimiento, o al menos indicios, de los porqués.
La utilización de recursos más literarios, capaces de situarlo casi en el lugar de los hechos, pero a través de la mirada del periodista, resulta apta para vencer la creciente debilitación de los hábitos de lectura.
No se trata, desde luego, de imponer un texto ficcional sino de hacerlo lo suficientemente atractivo para que, en la natural selección que el lector hace de todo el contenido, encuentre una forma de reafirmar la información de que dispone y consolidarla en su pensamiento.
Hoy, a los periódicos y revistas piden los destinatarios un planteamiento riguroso de los temas, compatible con modos de exposición teñidos de una leve seriedad conjugada siempre con la amenidad posible. (…) es buen periodista, por eso, quien a través de su ejercicio profesional es capaz de hacer interesante lo importante[1], sostiene Francisco Iglesias, profesor titular de Empresa Informativa, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Debe advertirse, con todo, que las coberturas en situaciones de crisis suelen ahogar los tiempos para el desarrollo de crónicas que contengan formas atrapantes de relato.
Aun así, en cualquier redacción conviven periodistas capaces de conjugar la velocidad con un estilo claro, directo, sencillo, económico, sin adornos, sin moralejas y de tono conversacional, según la descripción de Covarrubias[2].
El papel de los medios en las sociedades cambia, y la forma en que los periodistas utilicen los servicios electrónicos tiene un impacto social, político y cultural. Algunos medios no han tomado medidas que enfrenten estos retos, en donde ahora los receptores son más exigentes y demandantes, lo que obliga a una reinvención del periodismo, que ya no puede limitarse a la mera descripción o consignación de los hechos. La competencia ya no está en las noticias; la competencia está en la forma de contar las historias, afirma Alma Delia Fuentes, editora de Univisión, en la Ciudad de México[3].
En síntesis, precisión y calidad expositiva son dos cualidades que deben conjugarse para el éxito de la cobertura, sumadas a la necesidad de dotar a la crónica con un esquema secuencial que permita al lector un seguimiento del asunto “como si hubiese estado allí”.
Los consejos de Javier Darío Restrepo, un reconocido y respetado periodista que dicta cursos en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, de Gabriel García Márquez, van en esa dirección:Los viejos maestros de periodismo lo han enseñado siempre. Joseph Pulitzer amonestaba a sus periodistas: “precisión, precisión, precisión".
[1] IGLESIAS, Francisco. Innovaciones en prensa: tener en cuenta al lector.
[2] COVARRUBIAS, Jorge. Manual de técnicas de redacción periodística. The Associated Press, 1996
[3] FUENTES, Alma Delia. Nuevas reglas de juego en el periodismo. Sala de Prensa. Setiembre, 2000. http://www.saladeprensa.org/
Quedó dicho que el valor diferencial del diario se asienta en la posibilidad de brindar análisis y descripciones de la realidad. Pero ello no excluye, claro está, la necesidad de ofrecer la información básica sobre el hecho. Es decir, historias, pero también noticias.
La velocidad de radio, televisión e Internet nos dejaría atrás si lo que pretendemos es apenas la crónica pura y dura de los hechos.
La forma del relato es un punto clave: la tradicional pirámide invertida ya no alcanza para atrapar al lector cuando éste conoce los elementos básicos de la información: qué, quién, cómo, cuándo y dónde, y hasta tiene conocimiento, o al menos indicios, de los porqués.
La utilización de recursos más literarios, capaces de situarlo casi en el lugar de los hechos, pero a través de la mirada del periodista, resulta apta para vencer la creciente debilitación de los hábitos de lectura.
No se trata, desde luego, de imponer un texto ficcional sino de hacerlo lo suficientemente atractivo para que, en la natural selección que el lector hace de todo el contenido, encuentre una forma de reafirmar la información de que dispone y consolidarla en su pensamiento.
Hoy, a los periódicos y revistas piden los destinatarios un planteamiento riguroso de los temas, compatible con modos de exposición teñidos de una leve seriedad conjugada siempre con la amenidad posible. (…) es buen periodista, por eso, quien a través de su ejercicio profesional es capaz de hacer interesante lo importante[1], sostiene Francisco Iglesias, profesor titular de Empresa Informativa, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Debe advertirse, con todo, que las coberturas en situaciones de crisis suelen ahogar los tiempos para el desarrollo de crónicas que contengan formas atrapantes de relato.
Aun así, en cualquier redacción conviven periodistas capaces de conjugar la velocidad con un estilo claro, directo, sencillo, económico, sin adornos, sin moralejas y de tono conversacional, según la descripción de Covarrubias[2].
El papel de los medios en las sociedades cambia, y la forma en que los periodistas utilicen los servicios electrónicos tiene un impacto social, político y cultural. Algunos medios no han tomado medidas que enfrenten estos retos, en donde ahora los receptores son más exigentes y demandantes, lo que obliga a una reinvención del periodismo, que ya no puede limitarse a la mera descripción o consignación de los hechos. La competencia ya no está en las noticias; la competencia está en la forma de contar las historias, afirma Alma Delia Fuentes, editora de Univisión, en la Ciudad de México[3].
En síntesis, precisión y calidad expositiva son dos cualidades que deben conjugarse para el éxito de la cobertura, sumadas a la necesidad de dotar a la crónica con un esquema secuencial que permita al lector un seguimiento del asunto “como si hubiese estado allí”.
Los consejos de Javier Darío Restrepo, un reconocido y respetado periodista que dicta cursos en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, de Gabriel García Márquez, van en esa dirección:Los viejos maestros de periodismo lo han enseñado siempre. Joseph Pulitzer amonestaba a sus periodistas: “precisión, precisión, precisión".
[1] IGLESIAS, Francisco. Innovaciones en prensa: tener en cuenta al lector.
[2] COVARRUBIAS, Jorge. Manual de técnicas de redacción periodística. The Associated Press, 1996
[3] FUENTES, Alma Delia. Nuevas reglas de juego en el periodismo. Sala de Prensa. Setiembre, 2000. http://www.saladeprensa.org/
TODO SOLDADO SIRVE
Es corriente que en una organización haya integrantes que se adaptan mejor a los cambios abruptos y otros, en cambio, que se sientan más cómodos en una tarea de rutina, con sus propias fuentes. Pero en esos momentos de estallido, la redacción y las calles son campos de batalla en los que se libra la guerra por la mejor información.
La división temática y la asignación de recursos humanos a los editores debe contemplar, por eso, la ubicación en el lugar de los hechos de los mejores cronistas, esos que son aves de presa que vuelan sobre los datos hasta atraparlos. Puertas adentro, habrá otros con gran capacidad para contactar fuentes vía telefónica o hurgar en los archivos hasta obtener una punta noticiosa distintiva que contribuya a que la historia tenga un comienzo en algún momento o en algún lugar.
También debe considerarse la capacidad de otros para plasmar en análisis parte de esa realidad, de modo de separar aún más la cobertura del diario respecto de la de los medios audiovisuales.
Igualmente, los reporteros gráficos más experimentados ganarán un lugar de privilegio al frente de la cobertura. Sus horas en las calles los dotan de particular capacidad para encontrar la imagen más impactante.
El contacto permanente con la redacción posibilita una coordinación de tareas y una búsqueda de nuevos costados de información, porque evita la superposición de funciones.
Los diseñadores, por su lado, deben estar bajo una conducción que defina los criterios básicos de presentación de las páginas, acorde –como nunca antes– al manual de estilo gráfico y a sus eventuales adaptaciones. El seguimiento que el jefe de Arte realice de cada una de esas páginas es primordial para que el contenido tenga una traducción en lo visual.
Los infografistas deberán trabajar codo a codo con redactores (siempre es útil que uno de los que conozca a fondo el tema que se trate los acompañe y guíe), fotógrafos (es cada vez más relevante el número de fotografías que se incluyen en los infográficos) y diagramadores (el posicionamiento de los infográficos en página debe ayudar a su lectura).
A su tarea habitual, los asistentes de calidad o correctores, según el modelo que haya adoptado cada diario, deben sumar la instrucción a todos los redactores sobre los usos de determinados términos técnicos vinculados a la noticia en cuestión, de modo de unificar el lenguaje. Pero, además, como último paso antes de que las páginas pasen a pre-prensa, tendrán que ordenar su propio flujo de trabajo para evitar embotellamientos.
Ese día, el responsable de esta sección dejará su pantalla para convertirse en el semáforo que habilite el paso de las páginas y resolver los atascamientos.
La división temática y la asignación de recursos humanos a los editores debe contemplar, por eso, la ubicación en el lugar de los hechos de los mejores cronistas, esos que son aves de presa que vuelan sobre los datos hasta atraparlos. Puertas adentro, habrá otros con gran capacidad para contactar fuentes vía telefónica o hurgar en los archivos hasta obtener una punta noticiosa distintiva que contribuya a que la historia tenga un comienzo en algún momento o en algún lugar.
También debe considerarse la capacidad de otros para plasmar en análisis parte de esa realidad, de modo de separar aún más la cobertura del diario respecto de la de los medios audiovisuales.
Igualmente, los reporteros gráficos más experimentados ganarán un lugar de privilegio al frente de la cobertura. Sus horas en las calles los dotan de particular capacidad para encontrar la imagen más impactante.
El contacto permanente con la redacción posibilita una coordinación de tareas y una búsqueda de nuevos costados de información, porque evita la superposición de funciones.
Los diseñadores, por su lado, deben estar bajo una conducción que defina los criterios básicos de presentación de las páginas, acorde –como nunca antes– al manual de estilo gráfico y a sus eventuales adaptaciones. El seguimiento que el jefe de Arte realice de cada una de esas páginas es primordial para que el contenido tenga una traducción en lo visual.
Los infografistas deberán trabajar codo a codo con redactores (siempre es útil que uno de los que conozca a fondo el tema que se trate los acompañe y guíe), fotógrafos (es cada vez más relevante el número de fotografías que se incluyen en los infográficos) y diagramadores (el posicionamiento de los infográficos en página debe ayudar a su lectura).
A su tarea habitual, los asistentes de calidad o correctores, según el modelo que haya adoptado cada diario, deben sumar la instrucción a todos los redactores sobre los usos de determinados términos técnicos vinculados a la noticia en cuestión, de modo de unificar el lenguaje. Pero, además, como último paso antes de que las páginas pasen a pre-prensa, tendrán que ordenar su propio flujo de trabajo para evitar embotellamientos.
Ese día, el responsable de esta sección dejará su pantalla para convertirse en el semáforo que habilite el paso de las páginas y resolver los atascamientos.
RUPTURA DEL ORDEN ESTABLECIDO
El quiebre de la rutina siempre causa inquietudes y angustias. Algunas de las preguntas que surgen son: cuánta información de la que originalmente contemplaba una sección quedará afuera; cuál es el volumen del resto de las noticias; cuánto desconoce cada uno de los involucrados de otras áreas sobre la temática en cuestión, ajena a su tarea cotidiana.
Pero, además, se rompe la costumbre de cada editor de manejar con cierto grado de independencia sus propias noticias y eso puede provocar, en algunas personas, un estado de ansiedad por la pérdida de protagonismo. El principal concepto sobre el que se debe trabajar es: casi todos para uno. Es decir, instalar la convicción de que se está elaborando una edición en la que una información es vedette y, por ende, en ella hay que volcar los mejores esfuerzos.
Reordenar la ruptura significa, también, convencer a algunos editores, co-editores o redactores de que, si bien ellos quedarán afuera de la gran cobertura, su tarea es imprescindible para evitar que el diario pierda el resto de las noticias que están ocurriendo, que se vacíe de contenido.
Pero, además, se rompe la costumbre de cada editor de manejar con cierto grado de independencia sus propias noticias y eso puede provocar, en algunas personas, un estado de ansiedad por la pérdida de protagonismo. El principal concepto sobre el que se debe trabajar es: casi todos para uno. Es decir, instalar la convicción de que se está elaborando una edición en la que una información es vedette y, por ende, en ella hay que volcar los mejores esfuerzos.
Reordenar la ruptura significa, también, convencer a algunos editores, co-editores o redactores de que, si bien ellos quedarán afuera de la gran cobertura, su tarea es imprescindible para evitar que el diario pierda el resto de las noticias que están ocurriendo, que se vacíe de contenido.
MESA DE ARENA, COMANDO UNIFICADO
Poco tiempo debe demandar el armado de un plan de trabajo dentro de la redacción. La asignación de responsabilidades precisas es un factor crítico de éxito en situaciones de crisis.
Como primera medida, resulta fundamental unificar el comando en un responsable, que será el encargado de liderar al grupo de editores que llevarán sobre sí el peso de la edición.
Mientras el “comandante en jefe” coordina la tarea entre los editores de textos, los editores fotográficos y los infografistas, procurando ser celoso guardián del orden de la información, cada uno de los editores debe tener determinado de antemano:
· Qué costado de la información abordará.
· Con qué recursos humanos contará.
· De cuánto espacio dispondrá.
El abordaje noticioso debe tender a respetar las secciones de origen. Así, aquella que habitualmente lleva la temática del suceso tendrá que responsabilizarse de la información central, sus análisis y la búsqueda de especialistas. Además, es ésta la que cuenta con mejor acceso a las fuentes, por su habitual contacto.
El resto de los editores acompañará con el aporte de sus respectivas secciones, buscando, a su vez, a los expertos de su conocimiento para lograr más y mejores detalles.
La distribución de los recursos humanos debe venir acompañada por un intercambio de redactores entre las secciones, como factor de oxigenación y de aporte de ideas no habituales.
Finalmente, el espacio estará distribuido en función de los temas que se aborden, pero también tomando en consideración la importancia del despliegue gráfico que se quiera brindar. De nada sirven páginas monótonas en medio de otras de gran atractivo visual. En este punto, es central el papel que desempeñe el jefe de Arte o responsable del área de Diseño, para dar instrucciones al personal a su cargo sobre el estilo de presentación gráfica que se ofrecerá.
De parte de los editores deberá asumirse, además, una gran flexibilidad para introducir cambios sobre la marcha que permitan ampliar o reordenar la información, según la evolución de los acontecimientos.
En este punto, conviene abrir el análisis según el tipo de cobertura que se enfrente: fuera de nuestra área de influencia o dentro de ella.
Por cierto, resulta más fácil ordenar la información cuando ésta llega ya procesada por canales de televisión, agencias de noticias y sitios de Internet de medios reconocidos. El panorama se transparenta, pero aun así el orden resulta primordial. Es que al jefe del comando de crisis le cabe la tarea –ardua por momentos, pero fundamental– de repasar todos y cada uno de los medios a su alcance para valorar la trascendencia del hecho que está en plena evolución.
Es aconsejable siempre la suscripción a algún servicio de alertas de noticias, como el que ofrece Google, para no perder detalles.
En cambio, si la situación está en desarrollo en las calles de nuestra ciudad o en puntos cercanos, con periodistas afectados a la cobertura en los lugares de los sucesos, la tarea de coordinación adquiere una complejidad muy superior.
El titular del comando de crisis deberá, en este caso, delegar las funciones de contacto con los redactores en la calle a los propios editores y al jefe de Fotografía, para concentrarse él en el manejo de las cuestiones que pueden provocar zonas grises entre las distintas secciones y desatar intereses contrapuestos. La conciliación será el eje primordial de su labor a lo largo de la jornada.
Si en la calle está la crisis, es fundamental no trasladar el desorden al interior de la redacción, para que la elaboración de las páginas fluya con más naturalidad.
Como primera medida, resulta fundamental unificar el comando en un responsable, que será el encargado de liderar al grupo de editores que llevarán sobre sí el peso de la edición.
Mientras el “comandante en jefe” coordina la tarea entre los editores de textos, los editores fotográficos y los infografistas, procurando ser celoso guardián del orden de la información, cada uno de los editores debe tener determinado de antemano:
· Qué costado de la información abordará.
· Con qué recursos humanos contará.
· De cuánto espacio dispondrá.
El abordaje noticioso debe tender a respetar las secciones de origen. Así, aquella que habitualmente lleva la temática del suceso tendrá que responsabilizarse de la información central, sus análisis y la búsqueda de especialistas. Además, es ésta la que cuenta con mejor acceso a las fuentes, por su habitual contacto.
El resto de los editores acompañará con el aporte de sus respectivas secciones, buscando, a su vez, a los expertos de su conocimiento para lograr más y mejores detalles.
La distribución de los recursos humanos debe venir acompañada por un intercambio de redactores entre las secciones, como factor de oxigenación y de aporte de ideas no habituales.
Finalmente, el espacio estará distribuido en función de los temas que se aborden, pero también tomando en consideración la importancia del despliegue gráfico que se quiera brindar. De nada sirven páginas monótonas en medio de otras de gran atractivo visual. En este punto, es central el papel que desempeñe el jefe de Arte o responsable del área de Diseño, para dar instrucciones al personal a su cargo sobre el estilo de presentación gráfica que se ofrecerá.
De parte de los editores deberá asumirse, además, una gran flexibilidad para introducir cambios sobre la marcha que permitan ampliar o reordenar la información, según la evolución de los acontecimientos.
En este punto, conviene abrir el análisis según el tipo de cobertura que se enfrente: fuera de nuestra área de influencia o dentro de ella.
Por cierto, resulta más fácil ordenar la información cuando ésta llega ya procesada por canales de televisión, agencias de noticias y sitios de Internet de medios reconocidos. El panorama se transparenta, pero aun así el orden resulta primordial. Es que al jefe del comando de crisis le cabe la tarea –ardua por momentos, pero fundamental– de repasar todos y cada uno de los medios a su alcance para valorar la trascendencia del hecho que está en plena evolución.
Es aconsejable siempre la suscripción a algún servicio de alertas de noticias, como el que ofrece Google, para no perder detalles.
En cambio, si la situación está en desarrollo en las calles de nuestra ciudad o en puntos cercanos, con periodistas afectados a la cobertura en los lugares de los sucesos, la tarea de coordinación adquiere una complejidad muy superior.
El titular del comando de crisis deberá, en este caso, delegar las funciones de contacto con los redactores en la calle a los propios editores y al jefe de Fotografía, para concentrarse él en el manejo de las cuestiones que pueden provocar zonas grises entre las distintas secciones y desatar intereses contrapuestos. La conciliación será el eje primordial de su labor a lo largo de la jornada.
Si en la calle está la crisis, es fundamental no trasladar el desorden al interior de la redacción, para que la elaboración de las páginas fluya con más naturalidad.
OTROS JUGADORES IMPRESCINDIBLES
En este punto, es fundamental el contacto con el área Comercial, que maneja los espacios destinados a la publicidad. Es inevitable que en todos los periódicos las primeras páginas estén cargadas y hasta sobrecargadas de avisos. En consecuencia, deberá lograrse un buen consenso para permitir que sólo estén allí aquellos indispensables por su costo o por la relación con el cliente, cuestión que sólo ese departamento puede determinar.
La ampliación de la edición compete, además, a las áreas de Producción (prensa y pre-prensa), por dos razones fundamentales:
· La cantidad de páginas que se añadirán, en general con más colores, para ofrecer mejores imágenes e infográficos.
· El horario de cierre, cuestión central para no demorar la salida del diario a la calle.
Una tercera área involucrada es Circulación, a la que habrá que mantener informada en forma permanente sobre la evolución de los hechos, para que planifique de manera adecuada la cantidad de ejemplares que se imprimirán y el circuito de distribución, que puede verse alterado en función de horario de salida de los ejemplares.
Un cuarto jugador que no puede estar ausente es el departamento de Marketing, encargado de promocionar los productos, en particular en casos como estos, cuando se deberá anticipar a los lectores que, en horas, en sus manos estará una edición “especial”. Está claro que se puede hacer lo mejor, pero si los lectores no se enteran, el esfuerzo será en vano.
En este punto, resultan trascendentales dos aspectos:
· La relación con los medios audiovisuales colegas, para incorporar publicidad de última hora sobre nuestro diario.
· Los contenidos que se anunciarán: los ejes serán, para diferenciarse de los medios audiovisuales, los análisis, por encima de las noticias; las opiniones de los expertos y los materiales de infografía que permitirán comprender qué pasó.
Para los contactos con todas estas áreas, siempre resulta conveniente y productivo designar un vocero de la redacción que pueda transmitirles, de manera uniforme, cuáles son cada uno de los aspectos que deben ser tomados en cuenta. Esa misma persona deberá encargarse, con el paso de los horas, de ir actualizándoles la información y los eventuales cambios de planes, de modo de permitir un flujo de trabajo continuo y sin sobresaltos.
La ampliación de la edición compete, además, a las áreas de Producción (prensa y pre-prensa), por dos razones fundamentales:
· La cantidad de páginas que se añadirán, en general con más colores, para ofrecer mejores imágenes e infográficos.
· El horario de cierre, cuestión central para no demorar la salida del diario a la calle.
Una tercera área involucrada es Circulación, a la que habrá que mantener informada en forma permanente sobre la evolución de los hechos, para que planifique de manera adecuada la cantidad de ejemplares que se imprimirán y el circuito de distribución, que puede verse alterado en función de horario de salida de los ejemplares.
Un cuarto jugador que no puede estar ausente es el departamento de Marketing, encargado de promocionar los productos, en particular en casos como estos, cuando se deberá anticipar a los lectores que, en horas, en sus manos estará una edición “especial”. Está claro que se puede hacer lo mejor, pero si los lectores no se enteran, el esfuerzo será en vano.
En este punto, resultan trascendentales dos aspectos:
· La relación con los medios audiovisuales colegas, para incorporar publicidad de última hora sobre nuestro diario.
· Los contenidos que se anunciarán: los ejes serán, para diferenciarse de los medios audiovisuales, los análisis, por encima de las noticias; las opiniones de los expertos y los materiales de infografía que permitirán comprender qué pasó.
Para los contactos con todas estas áreas, siempre resulta conveniente y productivo designar un vocero de la redacción que pueda transmitirles, de manera uniforme, cuáles son cada uno de los aspectos que deben ser tomados en cuenta. Esa misma persona deberá encargarse, con el paso de los horas, de ir actualizándoles la información y los eventuales cambios de planes, de modo de permitir un flujo de trabajo continuo y sin sobresaltos.
INFLEXIBLES CON LA FLEXIBILIDAD
Por cierto, adoptar una definición en caliente sobre el volumen de cobertura no es cuestión sencilla. ES habitual que los hechos vayan agravándose a medida que pasan las horas y cualquier previsión termine siendo mezquina.
La secuencia que tuvieron los ataques a las Torres Gemelas permite advertir con claridad el problema:
8:57: Un avión se estrella contra una de las torres del World Trade Center de Nueva York. Se cree que es un avión deportivo. Luego se confirmaría que era una aeronave de American Airlines.
9:15: Un avión de United Airlines se estrella contra la otra torre del World Trade Center. El choque causa una violenta explosión, recogida en directo por las cadenas de televisión.
9:43: Un avión de American Airlines se estrella contra el primer piso del Pentágono.
9:50: En Washington, la Casa Blanca y poco después el Pentágono son desalojados.
9:53: El edificio del Departamento de Estado, en el centro de Washington, es también desalojado.
10:00: Cancelan todos los vuelos comerciales en el país y se cierran todos los aeropuertos.
10:05: Una de las torres del World Trade Center se derrumba en medio de una inmensa nube de polvo.
10:10: Una porción del edificio del Pentágono se desploma.
10:28: La segunda torre del World Trade Center se derrumba como un castillo de naipes y lanza miles de toneladas de escombros a las calles adyacentes. Una monstruosa nube de polvo negro cubre todo el sur de la isla de Manhattan.
10:55: Un funcionario del FBI indica que un avión secuestrado se dirige al Pentágono. En Washington, gran parte del centro está bloqueado y muchas personas abandonan el sector de la Casa Blanca.
11:17: El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, exhorta a los neoyorquinos a abandonar el sur de la isla de Manhattan.
11:26: Un Boeing 757 de United Airlines, que viajaba de Newark a San Francisco, se estrella cerca de Pittsburg y la residencia presidencial de descanso de Camp David, en Pensilvania.
13:30: El presidente George W. Bush, quien viajó a Louisiana desde Florida, declara que las fuerzas armadas estadounidenses están en “estado de alerta máxima”.
15:35: Se especula que el grupo árabe de Osama Bin Laden está implicado en los atentados.
16:10: Un edificio de 47 pisos vecino a las torres del World Trade Center se derrumba después de un incendio de varias horas.
20:35: En un discurso por televisión, el presidente George W. Bush dijo que hubo “miles de muertos” e indicó que Washington no hará distinción en el castigo a los autores de los ataques y a quienes los protegen.
Esta cronología de hechos corrobora que cualquier plan trazado de manera temprana nunca hubiese contemplado la crisis en toda su magnitud. Como en este lado del mundo las noticias ocurrieron por la mañana, la mayoría de los diarios optaron por ediciones extraordinarias, sólo reservadas a los grandes eventos, asunto que abordaremos en otro capítulo.
La dinámica de este tipo de acontecimientos exige, antes que nada, flexibilidad en la compaginación de la edición. Como primera medida, la mayoría de los diarios altera el orden habitual de sus secciones: se impone la apertura del diario con el tema.
Puede demostrarse, también, un sentido inverso de la realidad: lo que en principio parece grave, termina en una cuestión menor.
Una secuencia obtenida, por orden de llegada, de reportes de la agencia española EFE y de la estadounidense AP, emitidos a primera hora de la tarde argentina del 26 de julio de 2005, resulta ilustrativo.
(Urgente) JORDANIA-ACCIDENTE.- AVIÓN JORDANO SE ESTRELLA EN LA FRONTERA CON ISRAEL
13:52
Ammán, 26 jul (EFE).- Un avión jordano se ha estrellado hoy, martes, en las proximidades de la frontera con Israel, según informó la cadena Al Arabiya, que no da detalles sobre las posibles víctimas.
JORDANIA-ACCIDENTE (avance).- AVIÓN JORDANO SE ESTRELLA EN LA FRONTERA CON ISRAEL
13:55
Ammán, 26 jul (EFE).- Un avión jordano se ha estrellado hoy, martes, en las proximidades de la frontera con Israel, según informó la cadena Al Arabiya, que no da detalles sobre las posibles víctimas. La cadena especificó que el siniestro se produjo en el área del Golfo de Aqaba, la frontera entre Arabia Saudí, Egipto, Jordania e Israel.
MOR-GEN APALERTANOTICIOSO.- ALERTA NOTICIOSO DE AP
14:10
JERUSALEN (AP) - Se estrella avión de pasajeros en Jordania, dice TV israelí.
MOR-GEN JORDANIA AVION.- SE ESTRELLA AVIÓN EN JORDANIA, DICE TV ISRAELÍ
14:12
JERUSALEN (AP) - Un avión se volcó al aterrizar en Jordania, informó el martes una televisora israelí. Se desconocía de inmediato si hay heridos.
MOR-GEN JORDANIA AVION.- ACCIDENTE DE AVIÓN EN JORDANIA
14:19
EDITORES: REFORMULA con informe de que avión sólo sufrió leve accidente. CAMBIA PROCEDENCIAAMAN (AP) - Un avión de carga sufrió un "leve accidente" en Jordania cerca de la frontera con Israel pero no se estrelló, informó el martes un portavoz de la aerolínea jordana Royal Jordanian Airlines. La televisión israelí había dicho que el avión se volcó al aterrizar. "El avión no se estrelló, sufrió un leve accidente", dijo el portavoz Basil Kilani.La televisión israelí dijo que el aparato se volcó al aterrizar en el aeropuerto de Akaba, y que ambulancias israelíes se dirigían al lugar.
MOR-GEN JORDANIA AVION.- ACCIDENTE DE AVIÓN EN JORDANIA
14:47
EDITORES: agrega declaraciones de funcionario jordanoAMAN (AP) - Un avión de carga sufrió un "leve accidente" en Jordania cerca de la frontera con Israel pero no se estrelló, informó el martes un portavoz de la aerolínea jordana Royal Jordanian Airlines. La televisión israelí había dicho que el avión se volcó al aterrizar. "El avión no se estrelló, sufrió un leve accidente", dijo el portavoz Basil Kilani. La televisión israelí dijo que el aparato se volcó al aterrizar en el aeropuerto de Akaba, y que ambulancias israelíes se dirigían al lugar.El director de la Autoridad de Aviación Civil de Jordania, Suleiman Obeidat, dijo a The Associated Press que el avión se encontraba estacionado en la pista del Aeropuerto Internacional Rey Hussein en Akaba cuando súbitamente se volcó."Nadie había en la zona", insistió. "Por lo tanto, afortunadamente, no hubo heridos".
JORDANIA-ACCIDENTE (Ampliación).- AVIÓN JORDANO SIN TRIPULACIÓN SUFRE ACCIDENTE EN AEROPUERTO AQABA
15:02
Ammán, 26 jul (EFE).- Un avión jordano aparcado y sin tripulación a bordo sufrió un accidente hoy, martes, en el aeropuerto de Aqaba cuando una de las ruedas del tren de aterrizaje se desprendió por causas desconocidas y se desplomó sobre el asfalto. Según informaron las autoridades jordanas, el "avión, que estaba vacío en el aeropuerto de Aqaba, comenzó a desplazarse, sin que se conozcan las causas, y perdió una de sus ruedas", explicó Suleiman Obeidat, director de la Autoridad de Aviación Civil en Jordania a la televisión estatal."No ha habido víctimas porque nadie estaba en el interior del aparato", detalló.Las primera informaciones ofrecidas por las televisiones árabes señalaron que un avión jordano se había estrellado en las proximidades de la frontera con Israel.El aeropuerto de Aqaba, puerto jordano en el mar Rojo, no tiene tráfico de aviones comerciales, aunque sí es utilizado en algunos vuelos civiles particulares.La localidad de Aqaba se encuentra a escasos kilómetros de la frontera entre Arabia Saudí, Egipto, Jordania e Israel.
A poco que se haga una lectura rápida de estos despachos, se advierte que en poco más de una hora, una tragedia de un avión de pasajeros (14:10) muta en un accidente leve de una aeronave de cargas, detenidas en el aeropuerto y sin pasajeros (15:02).Ciertamente, alertas de este tipo ocurren a diario, pero no deben dejar de ser tenidas en consideración para un seguimiento atento. Apenas exista la confirmación de que el hecho tuvo un gravedad significativa, debe ponerse en marcha la maquinaria para los momentos de crisis.
La secuencia que tuvieron los ataques a las Torres Gemelas permite advertir con claridad el problema:
8:57: Un avión se estrella contra una de las torres del World Trade Center de Nueva York. Se cree que es un avión deportivo. Luego se confirmaría que era una aeronave de American Airlines.
9:15: Un avión de United Airlines se estrella contra la otra torre del World Trade Center. El choque causa una violenta explosión, recogida en directo por las cadenas de televisión.
9:43: Un avión de American Airlines se estrella contra el primer piso del Pentágono.
9:50: En Washington, la Casa Blanca y poco después el Pentágono son desalojados.
9:53: El edificio del Departamento de Estado, en el centro de Washington, es también desalojado.
10:00: Cancelan todos los vuelos comerciales en el país y se cierran todos los aeropuertos.
10:05: Una de las torres del World Trade Center se derrumba en medio de una inmensa nube de polvo.
10:10: Una porción del edificio del Pentágono se desploma.
10:28: La segunda torre del World Trade Center se derrumba como un castillo de naipes y lanza miles de toneladas de escombros a las calles adyacentes. Una monstruosa nube de polvo negro cubre todo el sur de la isla de Manhattan.
10:55: Un funcionario del FBI indica que un avión secuestrado se dirige al Pentágono. En Washington, gran parte del centro está bloqueado y muchas personas abandonan el sector de la Casa Blanca.
11:17: El alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, exhorta a los neoyorquinos a abandonar el sur de la isla de Manhattan.
11:26: Un Boeing 757 de United Airlines, que viajaba de Newark a San Francisco, se estrella cerca de Pittsburg y la residencia presidencial de descanso de Camp David, en Pensilvania.
13:30: El presidente George W. Bush, quien viajó a Louisiana desde Florida, declara que las fuerzas armadas estadounidenses están en “estado de alerta máxima”.
15:35: Se especula que el grupo árabe de Osama Bin Laden está implicado en los atentados.
16:10: Un edificio de 47 pisos vecino a las torres del World Trade Center se derrumba después de un incendio de varias horas.
20:35: En un discurso por televisión, el presidente George W. Bush dijo que hubo “miles de muertos” e indicó que Washington no hará distinción en el castigo a los autores de los ataques y a quienes los protegen.
Esta cronología de hechos corrobora que cualquier plan trazado de manera temprana nunca hubiese contemplado la crisis en toda su magnitud. Como en este lado del mundo las noticias ocurrieron por la mañana, la mayoría de los diarios optaron por ediciones extraordinarias, sólo reservadas a los grandes eventos, asunto que abordaremos en otro capítulo.
La dinámica de este tipo de acontecimientos exige, antes que nada, flexibilidad en la compaginación de la edición. Como primera medida, la mayoría de los diarios altera el orden habitual de sus secciones: se impone la apertura del diario con el tema.
Puede demostrarse, también, un sentido inverso de la realidad: lo que en principio parece grave, termina en una cuestión menor.
Una secuencia obtenida, por orden de llegada, de reportes de la agencia española EFE y de la estadounidense AP, emitidos a primera hora de la tarde argentina del 26 de julio de 2005, resulta ilustrativo.
(Urgente) JORDANIA-ACCIDENTE.- AVIÓN JORDANO SE ESTRELLA EN LA FRONTERA CON ISRAEL
13:52
Ammán, 26 jul (EFE).- Un avión jordano se ha estrellado hoy, martes, en las proximidades de la frontera con Israel, según informó la cadena Al Arabiya, que no da detalles sobre las posibles víctimas.
JORDANIA-ACCIDENTE (avance).- AVIÓN JORDANO SE ESTRELLA EN LA FRONTERA CON ISRAEL
13:55
Ammán, 26 jul (EFE).- Un avión jordano se ha estrellado hoy, martes, en las proximidades de la frontera con Israel, según informó la cadena Al Arabiya, que no da detalles sobre las posibles víctimas. La cadena especificó que el siniestro se produjo en el área del Golfo de Aqaba, la frontera entre Arabia Saudí, Egipto, Jordania e Israel.
MOR-GEN APALERTANOTICIOSO.- ALERTA NOTICIOSO DE AP
14:10
JERUSALEN (AP) - Se estrella avión de pasajeros en Jordania, dice TV israelí.
MOR-GEN JORDANIA AVION.- SE ESTRELLA AVIÓN EN JORDANIA, DICE TV ISRAELÍ
14:12
JERUSALEN (AP) - Un avión se volcó al aterrizar en Jordania, informó el martes una televisora israelí. Se desconocía de inmediato si hay heridos.
MOR-GEN JORDANIA AVION.- ACCIDENTE DE AVIÓN EN JORDANIA
14:19
EDITORES: REFORMULA con informe de que avión sólo sufrió leve accidente. CAMBIA PROCEDENCIAAMAN (AP) - Un avión de carga sufrió un "leve accidente" en Jordania cerca de la frontera con Israel pero no se estrelló, informó el martes un portavoz de la aerolínea jordana Royal Jordanian Airlines. La televisión israelí había dicho que el avión se volcó al aterrizar. "El avión no se estrelló, sufrió un leve accidente", dijo el portavoz Basil Kilani.La televisión israelí dijo que el aparato se volcó al aterrizar en el aeropuerto de Akaba, y que ambulancias israelíes se dirigían al lugar.
MOR-GEN JORDANIA AVION.- ACCIDENTE DE AVIÓN EN JORDANIA
14:47
EDITORES: agrega declaraciones de funcionario jordanoAMAN (AP) - Un avión de carga sufrió un "leve accidente" en Jordania cerca de la frontera con Israel pero no se estrelló, informó el martes un portavoz de la aerolínea jordana Royal Jordanian Airlines. La televisión israelí había dicho que el avión se volcó al aterrizar. "El avión no se estrelló, sufrió un leve accidente", dijo el portavoz Basil Kilani. La televisión israelí dijo que el aparato se volcó al aterrizar en el aeropuerto de Akaba, y que ambulancias israelíes se dirigían al lugar.El director de la Autoridad de Aviación Civil de Jordania, Suleiman Obeidat, dijo a The Associated Press que el avión se encontraba estacionado en la pista del Aeropuerto Internacional Rey Hussein en Akaba cuando súbitamente se volcó."Nadie había en la zona", insistió. "Por lo tanto, afortunadamente, no hubo heridos".
JORDANIA-ACCIDENTE (Ampliación).- AVIÓN JORDANO SIN TRIPULACIÓN SUFRE ACCIDENTE EN AEROPUERTO AQABA
15:02
Ammán, 26 jul (EFE).- Un avión jordano aparcado y sin tripulación a bordo sufrió un accidente hoy, martes, en el aeropuerto de Aqaba cuando una de las ruedas del tren de aterrizaje se desprendió por causas desconocidas y se desplomó sobre el asfalto. Según informaron las autoridades jordanas, el "avión, que estaba vacío en el aeropuerto de Aqaba, comenzó a desplazarse, sin que se conozcan las causas, y perdió una de sus ruedas", explicó Suleiman Obeidat, director de la Autoridad de Aviación Civil en Jordania a la televisión estatal."No ha habido víctimas porque nadie estaba en el interior del aparato", detalló.Las primera informaciones ofrecidas por las televisiones árabes señalaron que un avión jordano se había estrellado en las proximidades de la frontera con Israel.El aeropuerto de Aqaba, puerto jordano en el mar Rojo, no tiene tráfico de aviones comerciales, aunque sí es utilizado en algunos vuelos civiles particulares.La localidad de Aqaba se encuentra a escasos kilómetros de la frontera entre Arabia Saudí, Egipto, Jordania e Israel.
A poco que se haga una lectura rápida de estos despachos, se advierte que en poco más de una hora, una tragedia de un avión de pasajeros (14:10) muta en un accidente leve de una aeronave de cargas, detenidas en el aeropuerto y sin pasajeros (15:02).Ciertamente, alertas de este tipo ocurren a diario, pero no deben dejar de ser tenidas en consideración para un seguimiento atento. Apenas exista la confirmación de que el hecho tuvo un gravedad significativa, debe ponerse en marcha la maquinaria para los momentos de crisis.
ARRANCA LA MÁQUINA
Pero para que esa historia quede registrada, debe ponerse en marcha una maquinaria, cuyo motor estaba funcionando hasta entonces a régimen de reposo y con la inercia de una realidad que lo llevaba en otro rumbo.
La complejidad que plantean esos temas de gravedad y de fuerte impacto obliga a pensar, muy rápido, dónde estamos parados y, más importante aún, hacia dónde queremos ir con la información.
Esto determinará, es obvio, el espacio necesario y los recursos humanos de que deberemos disponer para encarar la tareas, cuestiones sobre las que volveremos más adelante.
Aunque pensar en el lector es una obligación constante e ineludible de las redacciones, en estas oportunidades especiales debe ponerse una atención particular por, al menos, dos razones.
La primera es que el caudal de demanda de información no es una cuestión que pueda ser determinada a priori. Estará, con seguridad, atada al bombardeo noticioso que reciba de otros medios. Eso puede causar uno de dos efectos:
· Aumentar la angustia y, en consecuencia, el deseo de saber más.
· Provocar un hartazgo que le hará rechazar la voluntad de leer más sobre el asunto. Negación o indiferencia, según los términos de la psiquiatría.
Esta última perniciosa consecuencia de los medios audiovisuales respecto de los gráficos cuenta con antídotos:
· La profundidad de la información y la capacidad para explicarla de un modo digerible y más reposado.
· El formato más analítico de la noticia, ventaja –como se ha señalado- que los diarios conservan respecto de radio, televisión e Internet. En general, muchas personas van a los diarios para comprender los procesos a través de las palabras de especialistas, a quienes reconocen autoridad para opinar y brindar perspectivas.
· La mayor posibilidad de retención que brinda la lectura, contra el formato flash de las radios y la repetición de imágenes del modelo televisivo.
En consecuencia, el estado de ánimo de la opinión pública será un factor determinante: en verdad, debe suponerse que, a medida que el terrorismo siga atacando, el impacto será menor, por un fenómeno de acostumbramiento.
Las coberturas de huracanes en Centro América y el sur de los Estados Unidos ya forman parte de la agenda habitual de los medios de esa región. Y, sin embargo, lo que ocurrió entre fines de agosto y comienzos de septiembre de 2005, cuando Katrina destrozó ciudades importantes del golfo de México, como Nueva Orleans, fue un evento fuera de toda expectativa.
Por el contrario, las muertes en Irak, que se cuentan de a centenares, se han convertido en parte estable de las páginas de Internacionales de los periódicos.
Conviene detenerse en el planteo del especialista italiano Furio Colombo: El fenómeno más interesante del periodismo que en un tiempo llamábamos internacional, está en la aparición y en la imposición, de manera cada vez más clamorosa, de noticias que no nacen cerca pero que tienen consecuencias cercanas, que ocurren en otro lugar pero que afectan a todos, que no se detienen ante las fronteras sino que implican al mundo o a amplias regiones de él. [1]Además, siempre hay que tener una mirada puesta sobre la competencia: la mejor cobertura que otro haga del hecho no sólo afectará la moral interna de una redacción, aun cuando sirva de acicate para mejorar la próxima vez, sino que también puede provocar una fuga de lectores de la primera categoría –los que desean ir más a fondo-- hacia otros medios. La caída en las ventas no será sólo un problema de ese día: ante la próxima gran historia que despierte interés, los lectores marcharán sin dudarlo a quien le pueda garantizar, en principio, una mejor cobertura. Las noticias de impacto sirven, incluso, para acercar nuevos clientes al producto que, en esa oportunidad, podrán probarlo y decidir si se quedan con él. En consecuencia, se puede ganar algo o perder mucho. Lo que debe quedar claro es que lo que se pierda, tarda demasiado en recuperarse, si es que alguna vez se reconquista.
[1] COLOMBO, Furio. Últimas noticias sobre el periodismo. Anagrama. Barcelona, 1997.
La complejidad que plantean esos temas de gravedad y de fuerte impacto obliga a pensar, muy rápido, dónde estamos parados y, más importante aún, hacia dónde queremos ir con la información.
Esto determinará, es obvio, el espacio necesario y los recursos humanos de que deberemos disponer para encarar la tareas, cuestiones sobre las que volveremos más adelante.
Aunque pensar en el lector es una obligación constante e ineludible de las redacciones, en estas oportunidades especiales debe ponerse una atención particular por, al menos, dos razones.
La primera es que el caudal de demanda de información no es una cuestión que pueda ser determinada a priori. Estará, con seguridad, atada al bombardeo noticioso que reciba de otros medios. Eso puede causar uno de dos efectos:
· Aumentar la angustia y, en consecuencia, el deseo de saber más.
· Provocar un hartazgo que le hará rechazar la voluntad de leer más sobre el asunto. Negación o indiferencia, según los términos de la psiquiatría.
Esta última perniciosa consecuencia de los medios audiovisuales respecto de los gráficos cuenta con antídotos:
· La profundidad de la información y la capacidad para explicarla de un modo digerible y más reposado.
· El formato más analítico de la noticia, ventaja –como se ha señalado- que los diarios conservan respecto de radio, televisión e Internet. En general, muchas personas van a los diarios para comprender los procesos a través de las palabras de especialistas, a quienes reconocen autoridad para opinar y brindar perspectivas.
· La mayor posibilidad de retención que brinda la lectura, contra el formato flash de las radios y la repetición de imágenes del modelo televisivo.
En consecuencia, el estado de ánimo de la opinión pública será un factor determinante: en verdad, debe suponerse que, a medida que el terrorismo siga atacando, el impacto será menor, por un fenómeno de acostumbramiento.
Las coberturas de huracanes en Centro América y el sur de los Estados Unidos ya forman parte de la agenda habitual de los medios de esa región. Y, sin embargo, lo que ocurrió entre fines de agosto y comienzos de septiembre de 2005, cuando Katrina destrozó ciudades importantes del golfo de México, como Nueva Orleans, fue un evento fuera de toda expectativa.
Por el contrario, las muertes en Irak, que se cuentan de a centenares, se han convertido en parte estable de las páginas de Internacionales de los periódicos.
Conviene detenerse en el planteo del especialista italiano Furio Colombo: El fenómeno más interesante del periodismo que en un tiempo llamábamos internacional, está en la aparición y en la imposición, de manera cada vez más clamorosa, de noticias que no nacen cerca pero que tienen consecuencias cercanas, que ocurren en otro lugar pero que afectan a todos, que no se detienen ante las fronteras sino que implican al mundo o a amplias regiones de él. [1]Además, siempre hay que tener una mirada puesta sobre la competencia: la mejor cobertura que otro haga del hecho no sólo afectará la moral interna de una redacción, aun cuando sirva de acicate para mejorar la próxima vez, sino que también puede provocar una fuga de lectores de la primera categoría –los que desean ir más a fondo-- hacia otros medios. La caída en las ventas no será sólo un problema de ese día: ante la próxima gran historia que despierte interés, los lectores marcharán sin dudarlo a quien le pueda garantizar, en principio, una mejor cobertura. Las noticias de impacto sirven, incluso, para acercar nuevos clientes al producto que, en esa oportunidad, podrán probarlo y decidir si se quedan con él. En consecuencia, se puede ganar algo o perder mucho. Lo que debe quedar claro es que lo que se pierda, tarda demasiado en recuperarse, si es que alguna vez se reconquista.
[1] COLOMBO, Furio. Últimas noticias sobre el periodismo. Anagrama. Barcelona, 1997.
DE PEQUEÑAS HISTORIAS A LA GRAN HISTORIA
Es en ese instante dramático cuando el diario dejó de ser un compendio de pequeñas historias para convertirse en el continente de una gran e impactante historia, que requerirá de esfuerzos por encima de un plan rutinario que pasó al olvido.En verdad, salvo la muerte casi anunciada de un papa, Juan Pablo II, por su edad y las visibles complicaciones de su salud, ninguno de los grandes eventos que conmovieron a la Humanidad en los últimos tiempos pudieron formar parte de una agenda preparada para dar lugar a esas noticias: cualquier forma de terrorismo era esperable, pero el 11 de septiembre de 2001 se rompieron los moldes cuando la red terrorista Al Qaeda, ya conocida por sus atentados con bombas en distintos lugares del mundo, utilizó los aviones como armas letales contra las Torres Gemelas, en el corazón de Nueva York.
Luego vinieron el 11 de marzo de 2003, con la voladura de los trenes en la estación madrileña de Atocha y, en fecha más reciente, el 7 de julio de 2005, con los ataques en Londres. Luego, el tsunami; luego Nueva Orleáns arrasada por Katrina…
En el medio, la Argentina tuvo sus propias tragedias: la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, el 21 de diciembre de 2001, en medio de un caos social que provocó más de 30 muertos, por una revuelta popular sin precedentes.
Más cerca aún en el tiempo, el 28 de septiembre del año pasado, la masacre en la escuela Islas Malvinas de Carmen de Patagones, cuando un joven entró a clases a las 7.30 de la mañana y baleó a sus compañeros, de los cuales tres murieron y cinco quedaron heridos.
Y luego, casi en el centro de Córdoba, una jornada de visitas a una cárcel se convierte en uno de los peores motines de la historia de la ciudad, que termina con ocho muertos.
No hay duda: el impacto de cualquiera de esos hechos es de una magnitud tal, que ningún medio podía presentar las noticias de un modo frío, rutinario.
Hubo, en todos los casos, demasiados interrogantes planteados como para que estas informaciones se licuaran en la medianía de otras. Eran, al margen de su dramatismo, grandes historias que estaban llamadas a cambiar la percepción de la realidad.
En esos momentos calientes en los cuales las noticias que llegan hacen crujir el espíritu, el problema es determinar cuánta gravedad le asigna la sociedad, para asignar los grados de cobertura.
El riesgo no es menor, porque siempre es posible sobredimensionar el impacto de los hechos, aunque en los casos citados fue evidente desde el primer minuto que se abrían angustias sobre el futuro, casi siempre a partir del temor de que se repitan y nos afecten demasiado cerca.
Aun así, la mayoría de los diarios tiene asimilado que, más allá de la información y el análisis que pueda brindar sobre esos hechos para satisfacer a sus lectores, estos encuentran en el papel el soporte más viable de ser conservado como una referencia a prueba del paso del tiempo.
El diario se convierte, entonces, en un pequeño libro que guarda una gran historia.
Luego vinieron el 11 de marzo de 2003, con la voladura de los trenes en la estación madrileña de Atocha y, en fecha más reciente, el 7 de julio de 2005, con los ataques en Londres. Luego, el tsunami; luego Nueva Orleáns arrasada por Katrina…
En el medio, la Argentina tuvo sus propias tragedias: la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, el 21 de diciembre de 2001, en medio de un caos social que provocó más de 30 muertos, por una revuelta popular sin precedentes.
Más cerca aún en el tiempo, el 28 de septiembre del año pasado, la masacre en la escuela Islas Malvinas de Carmen de Patagones, cuando un joven entró a clases a las 7.30 de la mañana y baleó a sus compañeros, de los cuales tres murieron y cinco quedaron heridos.
Y luego, casi en el centro de Córdoba, una jornada de visitas a una cárcel se convierte en uno de los peores motines de la historia de la ciudad, que termina con ocho muertos.
No hay duda: el impacto de cualquiera de esos hechos es de una magnitud tal, que ningún medio podía presentar las noticias de un modo frío, rutinario.
Hubo, en todos los casos, demasiados interrogantes planteados como para que estas informaciones se licuaran en la medianía de otras. Eran, al margen de su dramatismo, grandes historias que estaban llamadas a cambiar la percepción de la realidad.
En esos momentos calientes en los cuales las noticias que llegan hacen crujir el espíritu, el problema es determinar cuánta gravedad le asigna la sociedad, para asignar los grados de cobertura.
El riesgo no es menor, porque siempre es posible sobredimensionar el impacto de los hechos, aunque en los casos citados fue evidente desde el primer minuto que se abrían angustias sobre el futuro, casi siempre a partir del temor de que se repitan y nos afecten demasiado cerca.
Aun así, la mayoría de los diarios tiene asimilado que, más allá de la información y el análisis que pueda brindar sobre esos hechos para satisfacer a sus lectores, estos encuentran en el papel el soporte más viable de ser conservado como una referencia a prueba del paso del tiempo.
El diario se convierte, entonces, en un pequeño libro que guarda una gran historia.
EL MINUTO FATAL // Cuando todo cambia
No pasa nada. O, lo que es lo mismo, pasa poco más o poco menos que el día anterior. Hasta que todo estalla en mil pedazos: algún evento de gravedad inusitada, capaz de contener en sí mismo todos los criterios de noticiabilidad conjugados, destroza la monotonía.
Una tormenta acaba convertida en un tornado y arrasa a un barrio de la ciudad; una protesta de presos se torna un sangriento motín; estallan la fábrica militar de una ciudad o un arsenal clandestino a pocos kilómetros del centro; se estrella un avión en el aeropuerto local; un grupo terrorista desata el horror en algún lugar del mundo; un adolescente entra a un colegio y balea a sus compañeros; un huracán coloca a una ciudad de un país del primer mundo en las condiciones de un poblado del tercero pobre, o muere un personaje celebérrimo.
Hay pruebas de sobra: las malas noticias no se hacen anunciar; las buenas casi siempre pueden ser previstas y formar parte de una agenda.
Cuando el reloj de la realidad marca el minuto fatal, por la redacción comienzan a correr ríos de adrenalina, se escuchan órdenes nerviosas, la rutina deja paso a un caos que parece ser inmanejable.
Acaba de ocurrir lo que el sociólogo Daniel Goleman llama noticias novedosas, sorprendentes, amenazantes o preocupantes[1]. Aquí es donde entra a tallar el cerebro, añade.
Goleman clasifica las noticias en dos tipos: las reptilian news, noticias primitivas, reptiles, fósiles o dinosaurios y las noticias pensantes. Dentro de la primera categoría incluye a los desastres, que activan la parte primitiva del cerebro y lo tranquilizan cuando quienes las reciben pueden comprobar que están fuera de peligro. Las contrapone con la segunda especie, aportada por el periodismo explicativo, que “provee contexto, extrae conclusiones, establece conexiones y proporciona sentido”.
Precisamente, otorgarle sentido a las reptilian news se convierte en la tarea primodial cuando la crisis estalló.
Tenemos más medios de comunicación, pero menos herramientas para la comprensión. Sí, ya sé hasta qué punto el término “medios de comunicación” se ha vuelto impreciso ya que estamos expuestos a informaciones de todo tipo, en la red y fuera de la red, analógica y digital, por banda ancha y vía satélite, en la prensa y en los informativos televisivos tradicionales, así como en el creciente despliegue de revistas, páginas web, revistas en red, videos y películas. Lo que se llama “noticias” fluye dentro de nosotros y a través de nosotros, transmitidas a través de todavía más tecnologías y plataformas de las que podemos abarcar y, a pesar de todo, en tiempo de crisis profunda, cuando se necesitan más medios de comunicación que nunca, nos están fallando, sostiene Danny Schechter[2].
[1] GOLEMAN, Daniel. Vital lies, simples truths: the psychology of self-deception. Columbia Journalism Review, citado por COVARRUBIAS, Jorge. Manual de técnicas de redacción periodística. The Associated Press, 1996
[2] SCHECHTER, Danny. Las noticias en tiempos de guerra. Medios de comunicación: información o propaganda. Editorial Paidós. 2004. Barcelona, España.
Una tormenta acaba convertida en un tornado y arrasa a un barrio de la ciudad; una protesta de presos se torna un sangriento motín; estallan la fábrica militar de una ciudad o un arsenal clandestino a pocos kilómetros del centro; se estrella un avión en el aeropuerto local; un grupo terrorista desata el horror en algún lugar del mundo; un adolescente entra a un colegio y balea a sus compañeros; un huracán coloca a una ciudad de un país del primer mundo en las condiciones de un poblado del tercero pobre, o muere un personaje celebérrimo.
Hay pruebas de sobra: las malas noticias no se hacen anunciar; las buenas casi siempre pueden ser previstas y formar parte de una agenda.
Cuando el reloj de la realidad marca el minuto fatal, por la redacción comienzan a correr ríos de adrenalina, se escuchan órdenes nerviosas, la rutina deja paso a un caos que parece ser inmanejable.
Acaba de ocurrir lo que el sociólogo Daniel Goleman llama noticias novedosas, sorprendentes, amenazantes o preocupantes[1]. Aquí es donde entra a tallar el cerebro, añade.
Goleman clasifica las noticias en dos tipos: las reptilian news, noticias primitivas, reptiles, fósiles o dinosaurios y las noticias pensantes. Dentro de la primera categoría incluye a los desastres, que activan la parte primitiva del cerebro y lo tranquilizan cuando quienes las reciben pueden comprobar que están fuera de peligro. Las contrapone con la segunda especie, aportada por el periodismo explicativo, que “provee contexto, extrae conclusiones, establece conexiones y proporciona sentido”.
Precisamente, otorgarle sentido a las reptilian news se convierte en la tarea primodial cuando la crisis estalló.
Tenemos más medios de comunicación, pero menos herramientas para la comprensión. Sí, ya sé hasta qué punto el término “medios de comunicación” se ha vuelto impreciso ya que estamos expuestos a informaciones de todo tipo, en la red y fuera de la red, analógica y digital, por banda ancha y vía satélite, en la prensa y en los informativos televisivos tradicionales, así como en el creciente despliegue de revistas, páginas web, revistas en red, videos y películas. Lo que se llama “noticias” fluye dentro de nosotros y a través de nosotros, transmitidas a través de todavía más tecnologías y plataformas de las que podemos abarcar y, a pesar de todo, en tiempo de crisis profunda, cuando se necesitan más medios de comunicación que nunca, nos están fallando, sostiene Danny Schechter[2].
[1] GOLEMAN, Daniel. Vital lies, simples truths: the psychology of self-deception. Columbia Journalism Review, citado por COVARRUBIAS, Jorge. Manual de técnicas de redacción periodística. The Associated Press, 1996
[2] SCHECHTER, Danny. Las noticias en tiempos de guerra. Medios de comunicación: información o propaganda. Editorial Paidós. 2004. Barcelona, España.
LA RUTINA // Organización
Sobre la organización de una redacción y su funcionamiento, los manuales de periodismo enseñan suficiente. Basta conocer los criterios de noticiabilidad que son válidos en cada diario, para aplicarlos casi acríticamente y obtener un producto que, dicho en la jerga, sea digno.
Ese sentimiento de dignidad, que se traduce en respeto a la mayor cantidad posible de necesidades del lector medio, se construye todos los días a partir de rutinas que son asumidas por todos los integrantes de la redacción, sin romper un orden de trabajo.
El hallazgo de las noticias que más contemplan el “interés general” se complementa, necesariamente, con la instalación que los medios hacen de los que se conocen como “temas propios”, aquellos que descubren a la vista pública y potencian hasta convertirlos en cuestión de agenda. Pero hasta allí llega: no quedan, a esta altura, cuestiones que un medio pueden monopolizar más allá de la edición en las que fueron publicadas. Abierta al público y a los demás medios, ya ni siquiera queda el crédito por haberla sacado a la luz. Apenas si se puede llevar la delantera, pero no por mucho tiempo. Las primicias cada vez forman
menos parte de una rutina periodística, pero si logran rebote en otros medios, entonces se valorarán como un éxito.
La instantaneidad con que operan radio, televisión y, desde hace una década, Internet, acota el espacio de los diarios como canal informativo. Sin embargo, a ellos sigue reservada todavía la condición de medio idóneo para explicar y graficar los procesos, y trazar su perspectiva.
El periodismo escrito perdió gran parte de su virtud por convertir al acontecimiento en noticia, pero todavía mantiene con vida su estatus de usina de opinión pública, a través de un género que las limitaciones de tiempo y espacio impiden a los electrónicos: el interpretativo, ese que permite comprender los hechos más allá de la calificación por su pretendida importancia.
Debe evitarse caer en la descripción, cruel pero certera, que formula Ignacio Ramonet[1]: Numerosas cabeceras de la prensa escrita continúan adoptando, por mimetismo televisual, por endogamia catódica, las características propias del medio audiovisual: la primera concebida como pantalla, la reducción del tamaño de los artículos, la personalización excesiva de los periodistas, la prioridad otorgada al sensacionalismo, la práctica sistemática de la amnesia en relación con las informaciones que hayan perdido actualidad. Compiten con el audiovisual en materia de marketing y desprecian la lucha de ideas.
En consecuencia, el armado de una rutina o agenda periodística para un día cualquiera parte de la consideración primordial de cuáles son las noticias que, de manera inevitable, el medio deberá tratar; cuáles son las propias que podrá instalar y cómo acompañará esas información para dar el salto cualitativo que lo despegue de sus colegas audiovisuales y electrónicos.
Conviene detenerse un segundo para repasar los criterios de noticiabilidad elementales, como “formulaciones pragmáticas (y) modalidades organizativas del trabajo cotidiano” [2].
Siguiendo el planteo de Stella Martini, para la elaboración de estos criterios, los medios evalúan el valor de la noticia como información práctica, como impacto emocional y como formadora de la opinión pública.
Martini ensaya una clasificación que, en general, contempla la realidad de la mayoría de los medios, hoy:
· Novedad: el criterio más básico y elemental, que encierra el concepto de noticia como “la narración de los últimos acontecimientos que interesan al mayor número de lectores sin conexión con esos hechos".
· Originalidad, imprevisibilidad e ineditismo: es más noticia cuando más se diferencie de la rutina, sea más imprevista y, por cierto, nunca antes expuesta.
· Evolución futura de los acontecimientos: constituye hoy el valor primordial sobre el que asientan su trabajo los diarios por la capacidad de trazar perspectivas sobre esa realidad. Veremos más adelante que, en momentos de crisis o con informaciones de alto impacto que no se mantienen abiertas con el correr del tiempo, éste es el principal desafío para la prensa escrita.
· Importancia y gravedad: una dupla perfecta para mensurar una noticia, aunque la importancia dependa, por cierto, de la conjugación de los otros valores.
· Proximidad geográfica del hecho a la sociedad: es un valor esencial, porque permite dimensionar, sin dudar, la importancia del asunto. Pero, en la era de las comunicaciones globales, no siempre es una condición prioritaria. Aun así, a menudo hay razones para que sea de interés lo que sucede a unas pocas cuadras de cualquier domicilio.
· Magnitud por la cantidad de personas o lugares implicados: resulta obvio para la conquista de la mayor cantidad de lectores posibles, interesados o afectados.
· Jerarquía de los personajes implicados: es una garantía de interés, en especial cuando de lo que se trata es de áreas como la política, la economía, el deporte o el espectáculo, pese a que hay una creciente tendencia del periodismo a convertir en personajes a quienes han sido protagonistas de algún hecho sin ser conocidos previamente por el público.
· Inclusión de desplazamientos: resulta significativa, tanto si son conjuntos de personas (una manifestación, una procesión religiosa) o individuos públicos reconocidos (viajes de un presidente o de un artista famoso), detalla Martini.
Con todos estos conceptos, casi nunca escritos en ningún Manual de Estilo pero asimilados como normas tácitas en la redacción, la elaboración de una agenda fluye sin mayores dificultades.
Serán las cifras de circulación del diario las que irán marcando si el camino es el correcto, pero aun antes habrá otros criterios de validación: la noticia publicada en un medio es “más noticia” si los demás medios la reproducen y potencian, en una espiral que, a menudo, tiende a convertirse en aburrida para la mayoría del público, en particular si se va re-construyendo a partir de declaraciones y no de hechos que encierren novedades o giros importantes que puedan cambiar la historia.
[1] RAMONET, Ignacio. Comunicación contra información. Publicado en Bitácora, suplemento del diario La República, de Uruguay
[2] MARTINI, Stella. Periodismo, noticia y noticiabilidad, Norma, Buenos Aires, 2000.
Ese sentimiento de dignidad, que se traduce en respeto a la mayor cantidad posible de necesidades del lector medio, se construye todos los días a partir de rutinas que son asumidas por todos los integrantes de la redacción, sin romper un orden de trabajo.
El hallazgo de las noticias que más contemplan el “interés general” se complementa, necesariamente, con la instalación que los medios hacen de los que se conocen como “temas propios”, aquellos que descubren a la vista pública y potencian hasta convertirlos en cuestión de agenda. Pero hasta allí llega: no quedan, a esta altura, cuestiones que un medio pueden monopolizar más allá de la edición en las que fueron publicadas. Abierta al público y a los demás medios, ya ni siquiera queda el crédito por haberla sacado a la luz. Apenas si se puede llevar la delantera, pero no por mucho tiempo. Las primicias cada vez forman
menos parte de una rutina periodística, pero si logran rebote en otros medios, entonces se valorarán como un éxito.
La instantaneidad con que operan radio, televisión y, desde hace una década, Internet, acota el espacio de los diarios como canal informativo. Sin embargo, a ellos sigue reservada todavía la condición de medio idóneo para explicar y graficar los procesos, y trazar su perspectiva.
El periodismo escrito perdió gran parte de su virtud por convertir al acontecimiento en noticia, pero todavía mantiene con vida su estatus de usina de opinión pública, a través de un género que las limitaciones de tiempo y espacio impiden a los electrónicos: el interpretativo, ese que permite comprender los hechos más allá de la calificación por su pretendida importancia.
Debe evitarse caer en la descripción, cruel pero certera, que formula Ignacio Ramonet[1]: Numerosas cabeceras de la prensa escrita continúan adoptando, por mimetismo televisual, por endogamia catódica, las características propias del medio audiovisual: la primera concebida como pantalla, la reducción del tamaño de los artículos, la personalización excesiva de los periodistas, la prioridad otorgada al sensacionalismo, la práctica sistemática de la amnesia en relación con las informaciones que hayan perdido actualidad. Compiten con el audiovisual en materia de marketing y desprecian la lucha de ideas.
En consecuencia, el armado de una rutina o agenda periodística para un día cualquiera parte de la consideración primordial de cuáles son las noticias que, de manera inevitable, el medio deberá tratar; cuáles son las propias que podrá instalar y cómo acompañará esas información para dar el salto cualitativo que lo despegue de sus colegas audiovisuales y electrónicos.
Conviene detenerse un segundo para repasar los criterios de noticiabilidad elementales, como “formulaciones pragmáticas (y) modalidades organizativas del trabajo cotidiano” [2].
Siguiendo el planteo de Stella Martini, para la elaboración de estos criterios, los medios evalúan el valor de la noticia como información práctica, como impacto emocional y como formadora de la opinión pública.
Martini ensaya una clasificación que, en general, contempla la realidad de la mayoría de los medios, hoy:
· Novedad: el criterio más básico y elemental, que encierra el concepto de noticia como “la narración de los últimos acontecimientos que interesan al mayor número de lectores sin conexión con esos hechos".
· Originalidad, imprevisibilidad e ineditismo: es más noticia cuando más se diferencie de la rutina, sea más imprevista y, por cierto, nunca antes expuesta.
· Evolución futura de los acontecimientos: constituye hoy el valor primordial sobre el que asientan su trabajo los diarios por la capacidad de trazar perspectivas sobre esa realidad. Veremos más adelante que, en momentos de crisis o con informaciones de alto impacto que no se mantienen abiertas con el correr del tiempo, éste es el principal desafío para la prensa escrita.
· Importancia y gravedad: una dupla perfecta para mensurar una noticia, aunque la importancia dependa, por cierto, de la conjugación de los otros valores.
· Proximidad geográfica del hecho a la sociedad: es un valor esencial, porque permite dimensionar, sin dudar, la importancia del asunto. Pero, en la era de las comunicaciones globales, no siempre es una condición prioritaria. Aun así, a menudo hay razones para que sea de interés lo que sucede a unas pocas cuadras de cualquier domicilio.
· Magnitud por la cantidad de personas o lugares implicados: resulta obvio para la conquista de la mayor cantidad de lectores posibles, interesados o afectados.
· Jerarquía de los personajes implicados: es una garantía de interés, en especial cuando de lo que se trata es de áreas como la política, la economía, el deporte o el espectáculo, pese a que hay una creciente tendencia del periodismo a convertir en personajes a quienes han sido protagonistas de algún hecho sin ser conocidos previamente por el público.
· Inclusión de desplazamientos: resulta significativa, tanto si son conjuntos de personas (una manifestación, una procesión religiosa) o individuos públicos reconocidos (viajes de un presidente o de un artista famoso), detalla Martini.
Con todos estos conceptos, casi nunca escritos en ningún Manual de Estilo pero asimilados como normas tácitas en la redacción, la elaboración de una agenda fluye sin mayores dificultades.
Serán las cifras de circulación del diario las que irán marcando si el camino es el correcto, pero aun antes habrá otros criterios de validación: la noticia publicada en un medio es “más noticia” si los demás medios la reproducen y potencian, en una espiral que, a menudo, tiende a convertirse en aburrida para la mayoría del público, en particular si se va re-construyendo a partir de declaraciones y no de hechos que encierren novedades o giros importantes que puedan cambiar la historia.
[1] RAMONET, Ignacio. Comunicación contra información. Publicado en Bitácora, suplemento del diario La República, de Uruguay
[2] MARTINI, Stella. Periodismo, noticia y noticiabilidad, Norma, Buenos Aires, 2000.
LA RUTINA // Díaz de paz
No pasa nada. La frase, dicha a media mañana de cualquier día en una redacción cualquiera, encierra, ciertamente, una falacia. Refleja, apenas, la potencial e inconsciente frustración de los periodistas de estar ante la ausencia de un acontecimiento impactante, que rompa la rutina y la monotonía de un diario chato, en el que apenas se pueden distinguir unas pocas noticias por sobre la medianía de la realidad.
Para colmo, la radio y la televisión ya machacan, hasta el cansancio, sobre los pocos asuntos que están instalados en la agenda periodística, marcada casi siempre a esa hora por la reinvención, a través de repercusiones y reacciones, de noticias ya conocidas porque fueron publicadas, antes, en los diarios que, a su vez, no distinguieron mucho sus ediciones de lo que los medios audiovisuales habían instalado hasta bien entrada la noche anterior.
Esa espiral informativa termina plasmada, la mayor parte de los días del año, en cientos de centímetros de columna que reproducen una y otra vez algunos de los costados noticiosos de la realidad.
No pasa nada implica, para los editores de diarios, un planeamiento cuyo principal desafío consiste en descubrir informaciones atractivas e interesantes, capaces de atraer al lector hacia su sección. En verdad, algo está pasando en algún lugar que interesa a alguien. Pero ¿a cuántos cautiva? ¿Cuántas personas encontrarán esa noticia lo suficientemente trascendente para su vida como para ejercer el voluntario acto de comprar un periódico y, más esforzado aún, leerlo?
En realidad, gran parte de los lectores continúa teniendo al diario como una referencia a partir de la cual forman su propia opinión, como un ordenador de un mundo lleno de sucesos inconexos.
Sea por los niveles de credibilidad que le asigna, sea por hábito adquirido a través de años, sea por necesidad de comprender una realidad para compartirla con los demás, el papel entintado es todavía un vehículo apto para circular en las cada vez más atestadas carreteras de la información.
Sin embargo, está totalmente probado: en momentos de crisis, ciudadanos que no cultivan el hábito de la lectura se suman a los que, por alguna de aquellas tres razones, lo conservan. Y juntos avanzan en el intento por entender las causas y los efectos de esos momentos en los que la historia –no importa si local, nacional o internacional– provoca un quiebre.
Pero en los días de paz, el desafío de los periodistas es enorme. Ante la sobreabundancia de información que circula en el mercado, la selección de las noticias constituye una tarea ardua y por momentos desgastante.
Para peor, deja al día siguiente cierto sabor amargo porque nunca, absolutamente nunca, logrará complacerse a todo el público.
Ramón Salaverria, de la Universidad de Navarra, lo pone en estos términos: El periodismo es una profesión muy repetitiva, basada en la reiteración cíclica de ciertas rutinas que, si bien garantizan la compleja tarea de responder diariamente al reto de elaborar un producto informativo, esconden sin embargo el peligro de convertir al periodista en un profesional acomodadizo, desmotivado y desidioso. Por eso, los periodistas aman los sobresaltos[1].
[1] SALAVERRIA, Ramón. Los cibermedios ante las catástrofes: del 11S al 11M. Versión provisional de la ponencia para el XIX Congreso Internacional de Comunicación, “La comunicación en situaciones de crisis: del 11M al 14 M”, Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra, Pamplona, 11 y 12 noviembre 2004.
Para colmo, la radio y la televisión ya machacan, hasta el cansancio, sobre los pocos asuntos que están instalados en la agenda periodística, marcada casi siempre a esa hora por la reinvención, a través de repercusiones y reacciones, de noticias ya conocidas porque fueron publicadas, antes, en los diarios que, a su vez, no distinguieron mucho sus ediciones de lo que los medios audiovisuales habían instalado hasta bien entrada la noche anterior.
Esa espiral informativa termina plasmada, la mayor parte de los días del año, en cientos de centímetros de columna que reproducen una y otra vez algunos de los costados noticiosos de la realidad.
No pasa nada implica, para los editores de diarios, un planeamiento cuyo principal desafío consiste en descubrir informaciones atractivas e interesantes, capaces de atraer al lector hacia su sección. En verdad, algo está pasando en algún lugar que interesa a alguien. Pero ¿a cuántos cautiva? ¿Cuántas personas encontrarán esa noticia lo suficientemente trascendente para su vida como para ejercer el voluntario acto de comprar un periódico y, más esforzado aún, leerlo?
En realidad, gran parte de los lectores continúa teniendo al diario como una referencia a partir de la cual forman su propia opinión, como un ordenador de un mundo lleno de sucesos inconexos.
Sea por los niveles de credibilidad que le asigna, sea por hábito adquirido a través de años, sea por necesidad de comprender una realidad para compartirla con los demás, el papel entintado es todavía un vehículo apto para circular en las cada vez más atestadas carreteras de la información.
Sin embargo, está totalmente probado: en momentos de crisis, ciudadanos que no cultivan el hábito de la lectura se suman a los que, por alguna de aquellas tres razones, lo conservan. Y juntos avanzan en el intento por entender las causas y los efectos de esos momentos en los que la historia –no importa si local, nacional o internacional– provoca un quiebre.
Pero en los días de paz, el desafío de los periodistas es enorme. Ante la sobreabundancia de información que circula en el mercado, la selección de las noticias constituye una tarea ardua y por momentos desgastante.
Para peor, deja al día siguiente cierto sabor amargo porque nunca, absolutamente nunca, logrará complacerse a todo el público.
Ramón Salaverria, de la Universidad de Navarra, lo pone en estos términos: El periodismo es una profesión muy repetitiva, basada en la reiteración cíclica de ciertas rutinas que, si bien garantizan la compleja tarea de responder diariamente al reto de elaborar un producto informativo, esconden sin embargo el peligro de convertir al periodista en un profesional acomodadizo, desmotivado y desidioso. Por eso, los periodistas aman los sobresaltos[1].
[1] SALAVERRIA, Ramón. Los cibermedios ante las catástrofes: del 11S al 11M. Versión provisional de la ponencia para el XIX Congreso Internacional de Comunicación, “La comunicación en situaciones de crisis: del 11M al 14 M”, Facultad de Comunicación, Universidad de Navarra, Pamplona, 11 y 12 noviembre 2004.
INTRODUCCIÓN
Es el recuerdo más reciente. 7 de julio de 2005. Minutos antes de las 8 de la mañana. Contagiada de mi enfermedad de estar enchufado a las noticias si es posible las 24 horas, Graciela me despierta.
“Mirá el regalo que te hicieron” –me dice, señalando al televisor de la habitación, probablemente prendido desde la noche anterior.
Con los ojos pegados, me di cuenta de que el aparato era el mismo y que estaba allí cuando me dormí. Ese no era “el regalo”.
Se trataba de una noticia fuerte, impactante, capaz de sobrepasar mi cumpleaños, el 44º, y el de nuestra hija Irma, que amanecía con 9 flamantes años. Acababan de atacar Londres y se repetía el 11 de setiembre de 2001 en Nueva York y el 11 de marzo de 2004 en Madrid.
No desayuné; atendí varias veces el teléfono e hice llamadas incluso desde el baño. Los 100 metros que tengo que recorrer hasta la cochera donde guardo el auto me parecieron demasiado largos. La ansiedad me estaba ganando la partida.
Pensaba en la edición, en los equipos de trabajo, en la forma de obtener más información… Olvidé mi cumpleaños y el de Irma, pero recordé otras experiencias anteriores, con coberturas especiales.
Era un día de esos, que se repite cada tanto y que, sin embargo, marcan a la sociedad y a los periodistas.
Este escrito, pensado antes de ese fatídico 7-J como lo pueden corroborar algunos colegas con quienes comenté la intención, es apenas un recuento de todas esas experiencias, compartidas con un grupo magnífico de gente y soportada por mi familia. No tiene más pretensión que la de ser un apunte, susceptible de enorme enriquecimiento, para que la emoción y la angustia que provocan las grandes noticias pueda ser convertida en un producto periodístico que gane el premio más importante: el reconocimiento de los lectores.
“Mirá el regalo que te hicieron” –me dice, señalando al televisor de la habitación, probablemente prendido desde la noche anterior.
Con los ojos pegados, me di cuenta de que el aparato era el mismo y que estaba allí cuando me dormí. Ese no era “el regalo”.
Se trataba de una noticia fuerte, impactante, capaz de sobrepasar mi cumpleaños, el 44º, y el de nuestra hija Irma, que amanecía con 9 flamantes años. Acababan de atacar Londres y se repetía el 11 de setiembre de 2001 en Nueva York y el 11 de marzo de 2004 en Madrid.
No desayuné; atendí varias veces el teléfono e hice llamadas incluso desde el baño. Los 100 metros que tengo que recorrer hasta la cochera donde guardo el auto me parecieron demasiado largos. La ansiedad me estaba ganando la partida.
Pensaba en la edición, en los equipos de trabajo, en la forma de obtener más información… Olvidé mi cumpleaños y el de Irma, pero recordé otras experiencias anteriores, con coberturas especiales.
Era un día de esos, que se repite cada tanto y que, sin embargo, marcan a la sociedad y a los periodistas.
Este escrito, pensado antes de ese fatídico 7-J como lo pueden corroborar algunos colegas con quienes comenté la intención, es apenas un recuento de todas esas experiencias, compartidas con un grupo magnífico de gente y soportada por mi familia. No tiene más pretensión que la de ser un apunte, susceptible de enorme enriquecimiento, para que la emoción y la angustia que provocan las grandes noticias pueda ser convertida en un producto periodístico que gane el premio más importante: el reconocimiento de los lectores.
LO QUE NO ES
Cuando arranqué con estas líneas, pensé que podía llegar a ser un libro. No lo fue.
No sé si lo será.
No creo que dé para que lo sea: son apenas algunas apuntes a partir de la experiencia de trabajar en una redacción cuando las noticias de alto impacto cambian nuestra percepción de la realidad.
A lo mejor, que estén en este blog pueden ayudar a otro o ayudarme a mi mismo a trasladarlo a un libro.
Por ahora, no lo es.
No sé si lo será.
No creo que dé para que lo sea: son apenas algunas apuntes a partir de la experiencia de trabajar en una redacción cuando las noticias de alto impacto cambian nuestra percepción de la realidad.
A lo mejor, que estén en este blog pueden ayudar a otro o ayudarme a mi mismo a trasladarlo a un libro.
Por ahora, no lo es.
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