Thursday, April 20, 2006

MANEJO DE FUENTES II

Una de las cuestiones centrales de estos hechos perniciosos que cita Denton se basa en el inadecuado manejo de las fuentes, con las que el periodista suele entablar relaciones promiscuas, en las que no se guarda la distancia necesaria que posibilite independencia de criterios. No hay ingenuidad en esta relación: la fuente siempre intentará manejar al periodista a partir de sus puntos de vista y el periodista creerá que el acceso a la información que requiere es más sencillo, no importa si en el medio se va la mitad de la verdad.
Cualquier manual de estilo periodístico que se revise aportará una serie de pautas elementales sobre el vínculo entre el comunicador y una fuente, pero el asunto es, por encima de todo, de base ética: si el manejo de las fuentes es un asunto conflictivo en tiempos de paz, mucho más lo es en momentos de crisis. En particular, porque bastante más a menudo de lo deseable, las organizaciones que deben ponerse al frente de los conflictos carecen del entrenamiento necesario y de las personas adecuadas para ofrecer datos certeros sobre lo que está ocurriendo.
El cuidado por lo delicado de la información que se maneja en situaciones extremas debe partir de las fuentes, pero a la vez es responsabilidad fundamental del periodista y de sus medios.
En muchas ocasiones las autoridades públicas siguen creyendo en la utopía del control total de la información y de las acciones de respuesta a una catástrofe. Suelen olvidar que las sociedades democráticas tienen mecanismos de toma de decisiones colectivas por los ciudadanos que funcionan de forma autónoma. Las administraciones deben asumir esta realidad, que debería alegrarles como ejemplo de madurez social, y actuar en consecuencia, sugiere Juan Freire, del Grupo de Recursos Marinos y Pesquerías de la Facultad de Ciencias, Universidad de A Coruña, España, a partir de las experiencias obtenidas después del hundimiento del barco petrolero Prestige, el 13 de noviembre de 2002, frente a las costas gallegas.[1]
Freire divide la información a partir de sus protagonistas: gobiernos y medios.
Al gobierno, atribuye la condición de “poder duro”: El poder político suele actuar como un poder duro que intenta establecer un control férreo y jerárquico de la información, utilizando a la sociedad civil (y a sus componentes relevantes, como ONG, científicos, etc.) sólo como apéndices útiles para articular acciones concretas dirigidas siempre “desde arriba”.

[1] FREIRE, Juan. Reflexiones sobre la gestión informativa de las catástrofes marítimas. Disponible en http://nomada.blogs.com/jfreire/2005/06/gestin_informat.html