Por cierto, la organización no alcanza por sí sola para resolver la cuestión primordial: el tipo de contenidos que se va a ofrecer a los lectores.
Quedó dicho que el valor diferencial del diario se asienta en la posibilidad de brindar análisis y descripciones de la realidad. Pero ello no excluye, claro está, la necesidad de ofrecer la información básica sobre el hecho. Es decir, historias, pero también noticias.
La velocidad de radio, televisión e Internet nos dejaría atrás si lo que pretendemos es apenas la crónica pura y dura de los hechos.
La forma del relato es un punto clave: la tradicional pirámide invertida ya no alcanza para atrapar al lector cuando éste conoce los elementos básicos de la información: qué, quién, cómo, cuándo y dónde, y hasta tiene conocimiento, o al menos indicios, de los porqués.
La utilización de recursos más literarios, capaces de situarlo casi en el lugar de los hechos, pero a través de la mirada del periodista, resulta apta para vencer la creciente debilitación de los hábitos de lectura.
No se trata, desde luego, de imponer un texto ficcional sino de hacerlo lo suficientemente atractivo para que, en la natural selección que el lector hace de todo el contenido, encuentre una forma de reafirmar la información de que dispone y consolidarla en su pensamiento.
Hoy, a los periódicos y revistas piden los destinatarios un planteamiento riguroso de los temas, compatible con modos de exposición teñidos de una leve seriedad conjugada siempre con la amenidad posible. (…) es buen periodista, por eso, quien a través de su ejercicio profesional es capaz de hacer interesante lo importante[1], sostiene Francisco Iglesias, profesor titular de Empresa Informativa, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Debe advertirse, con todo, que las coberturas en situaciones de crisis suelen ahogar los tiempos para el desarrollo de crónicas que contengan formas atrapantes de relato.
Aun así, en cualquier redacción conviven periodistas capaces de conjugar la velocidad con un estilo claro, directo, sencillo, económico, sin adornos, sin moralejas y de tono conversacional, según la descripción de Covarrubias[2].
El papel de los medios en las sociedades cambia, y la forma en que los periodistas utilicen los servicios electrónicos tiene un impacto social, político y cultural. Algunos medios no han tomado medidas que enfrenten estos retos, en donde ahora los receptores son más exigentes y demandantes, lo que obliga a una reinvención del periodismo, que ya no puede limitarse a la mera descripción o consignación de los hechos. La competencia ya no está en las noticias; la competencia está en la forma de contar las historias, afirma Alma Delia Fuentes, editora de Univisión, en la Ciudad de México[3].
En síntesis, precisión y calidad expositiva son dos cualidades que deben conjugarse para el éxito de la cobertura, sumadas a la necesidad de dotar a la crónica con un esquema secuencial que permita al lector un seguimiento del asunto “como si hubiese estado allí”.
Los consejos de Javier Darío Restrepo, un reconocido y respetado periodista que dicta cursos en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, de Gabriel García Márquez, van en esa dirección:Los viejos maestros de periodismo lo han enseñado siempre. Joseph Pulitzer amonestaba a sus periodistas: “precisión, precisión, precisión".
[1] IGLESIAS, Francisco. Innovaciones en prensa: tener en cuenta al lector.
[2] COVARRUBIAS, Jorge. Manual de técnicas de redacción periodística. The Associated Press, 1996
[3] FUENTES, Alma Delia. Nuevas reglas de juego en el periodismo. Sala de Prensa. Setiembre, 2000. http://www.saladeprensa.org/
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